El sueño que podía soñar: la película inacabada de Satoshi Kon
Arte
Por: Alejandro Massa Varela - 06/27/2024
Por: Alejandro Massa Varela - 06/27/2024
Si miramos un sueño en su conjunto, es muy difícil discernir el significado. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, es posible que haya ciertos significados en el fondo. Películas que puedes ver una vez y entender, esas son las que no me gustan. Prefiero que tengan algo que no entiendas del todo, pero con una parte que reposa en tu corazón.
¿Los sueños pueden soñar? Solo eso nos queda de la máquina de películas anime que fue Satoshi Kon, fallecido súbitamente con apenas cuarenta y seis años de edad: la esperanza de que de alguna manera el sueño se vuelva otro testigo. No solo una situación de encuentro, sino tú de un yo, un verdadero yo de un tú en el no lugar de nuevos sueños.
Dreaming Machine es una película que su director no pudo terminar porque vio aparecer ese sueño mientras lo desaparecía un cáncer terminal de páncreas durante el año 2010. Hablamos de una enfermedad que progresa a gran velocidad, mientras la comprensión de lo que ya ha tocado al corazón puede tomar más de lo que toman de nosotros muchas vidas.
En 1997 Kon debutó en el cine con Perfect Blue, un thriller sobre lo monstruoso de la psique cultural japonesa, el miedo a la adultez y la necesidad de autojustificación, adaptación de la novela homónima de Yoshikazu Takeuchi. Con Millennium Actriz de 2001 nos ofreció un drama conmovedor sobre la fidelidad al amor y una vida vivida a través del cine, otra adaptación, esta vez de las biografías de las actrices Setsuko Hara y Hideko Takamine.
Kon siguió con historias de creación propia, obsequiándonos con Tokyo Godfathers de 2003 una comedia dramática sobre la marginación de las personas sin techo, la posibilidad de hacer familia sin vínculos de sangre y la duda sobre la magia o lo milagroso en las coincidencias. Con Paranoia Agent de 2004, su única serie anime de apenas trece episodios para televisión, regresaría al terror con un escenario donde la necesidad de autocastigo neurótico de las personas las hace entregar su mundo al inconsciente colectivo, esperando parar por fin con un batazo que terminé sus sufrimientos. Finalmente, Paprika de 2006 sería una insistencia en este tema, pero más que nunca entregándonos al potencial de los sueños, a riesgo de perdernos en sus lenguajes extraños, buscando una libertad anhelada.
Esta obra en su conjunto está llena de personajes femeninos valientes y complejos, y no teme mostrar las caras humanas de las trabajadoras sexuales, los pervertidos que buscan redención, los travestis y transexuales, las personas de edad avanzada, feas, marginadas o extremadamente solas. Los largometrajes de Kon atrajeron todo tipo de elogios en el circuito de festivales de su época, aunque la mayoría contó con escasos resultados en taquilla y la indiferencia de instituciones fuera de Japón. Para los famosos Premios Oscar ni siquiera serían nominados. No obstante, personalidades como Madona se refieren a Perfect Blue como su película favorita, sirviendo de inspiración para El Cisne Negro del director Darren Aronofsky, así como lo sería Paprika para Inception de Christopher Nolan, ambas cintas de 2010.
Tendemos a imaginar el nexo entre los sueños y la realidad como un tránsito brumoso, cierto paso por la niebla que nos dificulta mantener nuestra forma o consciencia. Sin embargo, soñamos despiertos, la continuidad de la imaginación es más extensa que la propia vida e impide ver su origen exacto. No hemos estado, sino que hemos visto la realidad. Ocupamos un lugar aquí a la vez que lo ocupamos en un sueño, pero la locura, el amor y lo soñado no tienen lugar, son una saturación infinita del deseo de ver algo más en donde ponemos ambos pies.
El gran arrepentimiento de Kon fue no haber tenido tiempo de que su última película llegar a la gran pantalla donde se mezclan las mentes del cineasta y las del público. Solo pudo confiar su sueño a su amigo Masao Maruyama, cofundador del estudio Madhouse:
No espero la muerte de brazos cruzados, incluso ahora estoy pensando con mi débil cerebro en maneras de dejar que mi trabajo viva incluso después de que yo me haya ido. Pero todas son ideas superficiales. Cuando le conté a Maruyama-san mis preocupaciones sobre Dreaming Machine, me aseguró: No te preocupes. Ya se nos ocurrirá algo.
Este proyecto sigue en una espera que podría durar unas décadas o hasta el comienzo de una nueva versión del mundo, pasados otra gran explosión, otros dinosaurios y otro nuevo boom de la industria del anime en un Japón irreconocible donde pudiera renacer el director. Eso que solo dejó a los sueños recibió el título Dreaming Machine de una canción de Susumu Hirasawa, compositor fetiche de Kon y pionero del tecno-pop japonés. Parte del álbum The Ghost in Science, este es el tema publicado por primera vez en 1990:
Pasados los primeros años de la muerte del único que pudo ver este sueño, Maruyama intentó sin éxito hacer cuadrar lo terminado e inacabado de este proyecto. Se acercaría a varios directores para completar la tarea, muchos de ellos sugerencia del propio Kon. Sin embargo, al ser todos creadores fuertes por derecho propio y con estilos muy diferentes, Maruyama confiesa que quizá lo mejor es no insistir, rogando al sueño encontrar solo su camino:
Satoshi Kon ya había hecho guiones gráficos, ya había hecho parte de la película. He pensado en esto durante cinco años, pero finalmente me di cuenta de que no podemos permitir que alguien más tome el control de este proyecto donde Kon-san lo dejó y dar rienda suelta para que alguien más tome el control. Si alguien más fuera a dirigir, simplemente ya no sería su película.
Podemos conformarnos con las imágenes promocionales de Dreaming Machine que aparecieron en línea en 2009, aunque los detalles son muy escasos. La trama aparentemente habría sido más destinada a los niños, incluiría una batalla con un monstruo eléctrico malvado y tres personajes robóticos: Ririco, una chica decidida, Robin, pequeño y amarillo, y King, grande y azul. En la película se habrían dejado preguntas interesantes a nuestra consideración, incluido un mensaje sobre la fragilidad de un planeta donde se explota la energía nuclear.
Los amantes de Kon se enamoraron de una inteligencia natural que se acostumbró a trabajar como una máquina de películas. Quizá tenía que explorar solo el último sueño y desaparecer del lugar que ocupaba hasta que sea imposible ya no soñarlo. Ahora sigue la sutileza de un “kami” o es una virtud como el “magokoro”, hablar, creer y sentir con corazón sincero:
Creo que hay muchas posibilidades para interpretar los sueños, pero siempre queda mucho misterio. Cuando se nos explica un sueño, es necesario conocer el contexto personal del sujeto. Por ejemplo, cómo fue su infancia, su adolescencia, sus relaciones interpersonales. Es necesario comprender todos estos elementos para poder contar el sueño y decodificarlo. En el cine eso no puede suceder porque el planteamiento exige la introducción de demasiados elementos. Para que los espectadores se identifiquen con este sueño, elegí un desfile que haga pensar automáticamente en otros sueños comunes y estados inconscientes. Hay personajes muy antiguos como objetos que la gente hoy desecha o símbolos religiosos que la gente ha olvidado. Creo que incluso hoy en día la gente ha olvidado la importancia de los sueños.
Imagen de portada: las protagonistas de Satoshi Kon, Yumemiru Kikai, Zerochan.