'Tsuki no Usagi', el conejo que mancha la soledad de la Luna
Arte
Por: Alejandro Massa Varela - 05/28/2024
Por: Alejandro Massa Varela - 05/28/2024
¿Alguna vez te han dicho que las marcas oscuras en la cara visible de la Luna parecen un conejo?
Notar los patrones de un rostro, un símbolo o una imagen en la corteza de los árboles, una pared desconchada o un mar de nubes es algo a lo que todas y todos somos susceptibles, principalmente durante la infancia. El pintor catalán Pablo Picasso consideraba que no perder esta “pareidolia” y cotidianizarla puede ser una señal de genialidad.
En algunas ocasiones, la pareidolia puede producirse no gracias a un fenómeno breve, sino de larguísima duración, transformándose en un hallazgo compartido por una sociedad. Visto desde algunos lugares de la Tierra como un conejo lunar, este patrón sombreado ha sido parte del folclore indígena en los dos extremos del Pacífico, americano y asiático.
El 29 de octubre de 2012 , el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón hizo un interesante descubrimiento a partir de la información recabada por el satélite “Kaguya”. Aparentemente, la forma de conejo sobre nuestro satélite se formó debido al impacto de un meteorito gigante hace caso cuatro mil millones de años. Esto sobre “Procellarum”, el amplio mar o cuenca de impacto en el margen oeste de la cara lunar visible, de un tamaño superior a la suma de las superficies de Francia, Italia, España y Portugal.
“Tsuki no Usagi”, conejo de la Luna, es una figura en la imaginación japonesa presente en pinturas, música, artes de entretenimiento y diversas obras literarias, por ejemplo, Konjaku Monogatari, es decir, Colección de historias pasadas y presentes. La diosa con características de coneja Kaguya, luz brillante, personaje de la serie Naruto Shippūden es un ejemplo de esto en la cultura del manga y el anime. La siguiente versión nipona es una buena síntesis de las historias americanas y asiáticas sobre esta inusual macha de vida oscura en el blanco silencio:
Un mono, un zorro y un conejo se encuentran con un anciano andrajoso que yace exhausto en las montañas. Los tres animales decidieron ayudar al anciano. El mono recogió nueces y el zorro pescó peces del río y cada uno se los dio al anciano como alimento. Sin embargo, por mucho que lo intentó el conejo, no pudo conseguir nada. El conejo, lamentando su propia impotencia, quiso ayudar al anciano de alguna manera, y pidió al mono y al zorro que encendieran un fuego, y saltó al fuego para ofrecerse como alimento. Cuando el anciano vio esto, reveló su verdadera identidad como Taishakuten y envió al conejo a la luna para transmitir el acto de misericordia y sacrificio del conejo a las generaciones futuras. Se dice que la sombra parecida al humo que se puede ver alrededor de la figura del conejo en la luna es el humo que surge cuando el conejo se quema.
En China, Corea y Japón, a la identificación de la parte sombrada de nuestro satélite con un conejo se agrega un mortero con distintos usos. En la versión china, este animal es un compañero de Chang'e, la diosa lunar, a quien sirve aplastando constantemente los ingredientes de un elixir de la vida. Las versiones coreana y japonesa son más pueriles, siendo los ingredientes para hacer tortas de arroz o “mochi” lo que amasa en su mortero el conejo. A este proceso se le denomina de la misma manera que a la Luna llena: “Mochitsuki”.
Los elementos comunes de esta historia son un cuento “Jātaka”. Algunos budistas adoptan esta huella oscura como una imagen del entrenamiento o preparación de un Buda antes de un nacimiento humano. El conejo es además uno de los doce animales del horóscopo chingo y que habrían visitado al príncipe Siddhartha en su lecho de muerte o “Paranirvāṇa”.
Usagi no Mochitsuki es una canción para niñas y niños japoneses sobre conejos de un reino al otro lado de nuestra visión, sobre los campos silenciosos y menos grávidos de la Luna. La canción es dulce porque estos seres se dedican a preparar “daifuku” mochi, relleno de “anko”, pasta endulzada de judías. Algo agradable como el poema de Jaime Sabines:
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.