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¿Qué escribió el poeta T. S. Eliot sobre la crueldad del mes de abril? ¿Por qué la esperanza era el peor de los males en la caja de Pandora? ¿De qué formas el inicio de la primavera nos hiere y nos hace promesas?

Thomas Stearns Eliot, premio Nobel de Literatura en 1948, el crítico y editor de Misuri convertido en británico, anglicano y realista, el poeta que hizo teatro y ensayo excesivamente ambiguo para la comodidad de muchos. Es más simple reconocer a T.S. Eliot, más complicado seguir sus líneas negras sobre un desierto blanco, y más conmovedor verlas como refugio, una sombra para la tradición y la novedad, las bromas y las certezas, lo sagrado y lo profano, la fe y el nihilismo, voces bajo lo terrible y místico que hablan por los habitantes del mundo. La mejor expresión de simplemente Eliot es un poema fantástico y extraño, con ese estilo modernista que caracterizó al escritor, pero que no logra definir a The Waste Land o La tierra baldía:

Abril es el mes más cruel, genera
lilas en la tierra muerta, mezcla
memoria y deseo, agita
raíces apagadas con lluvia de primavera.

¿Por qué abril es más que un mes? Eliot escribió este poema influido por el libro de Jessie Weston From Ritual to Romance, una obra de 1920 que trata de resumir las preguntas y las respuestas de la antropología de principios del siglo pasado, basadas en un reconocimiento del viaje de un mito cultural por distintas instancias históricas, sin cambiar su esencia, de los paganismos al universalismo cristiano. El escritor británico-estadounidense resumió este viaje como el de la mitología de la tierra herida. ¿Cómo es estar atrapados no sólo en un estado mental cruel, sino en las fronteras de un reino que es dolor, una tierra que no produce o renueva? Muchos mitos antiguos tienen la forma básica de oponer un estado de cosas estéril con la esperanza sanadora. Debe haber un agente, algo o alguien, psicológico o metafísico, que pueda hacer crecer vida de la podredumbre, un acto taumatúrgico, un Santo Grial derramado.

Eliot trató de hablar por el malestar moderno, la adhesión a una esperanza que se ve traicionada por la vida cotidiana, pero también por la desmitologización de símbolos y narrativas que en los siglos pasados habían ofrecido razón o consuelo. Vivimos personificaciones, cuerpos biológicos y míticos lastimados, tanto por fraudes políticos, románticos, morales o teológicos, así como por pandemias como la que le tocó vivir al escritor, la gripe española, o a nosotros, el coronavirus. The Waste Land nos hace ver una tierra quemada por ella misma.

¿Por qué abril es el mes más doloroso según Eliot? Es más, ¿por qué puede convertirse en una clave para reconocernos en este poeta? El poema no sugiere que abril sea inherentemente cruel. De hecho, este mes pertenece a una época de fecundidad y revivificación, un mito cronológico muy emotivo. La nieve se derrite, las flores crecen nuevamente y los campesinos plantan sus cultivos y esperan ansiosos la cosecha. Incluso pasa algo más ingenuo como que los corazones de la juventud hormonal, y también de muchos de sus mayores, se vuelvan hacia pensamientos enamorados. Abril es una propuesta para albergar otra vez un poco de esperanza y, precisamente, nada podría ser más cruel. No había nada más peligroso en la caja de Pandora que “Elpis”, una deidad con dos grandes alas representantes de la inestabilidad para los griegos, el engaño y su capacidad de huir de nosotros.

¿Quién me ha robado el mes de abril? El nombre de una canción y una pregunta del músico y también poeta Joaquín Sabina sobre por qué preferimos no ver el rechazo y la decepción, lastimándonos con la nostalgia de aquello que nunca pudo cumplirse. El cinismo y la ironía nos salvaguardan de la esperanza, pero también lo que Eliot podría aceptar como mística: la lucidez y no esa gran virtud teológica que es peor en abril. Este mes, concebido emotivamente, saca el sufrimiento de un ciclo de tiempo para hacerlo indefinido. Algo como la depresión o el trastorno afectivo estacional sobreviene en cualquier época del año, pero la indefinición encantadora de abril se muestra más efectiva para que esperemos un jardín en el desierto.

El invierno nos mantenía calientes, cubriendo
tierra con nieve olvidadiza, nutriendo
un poco de vida con tubérculos secos.

The Waste Land rescata este sentimiento de hibernación sólo posible en la estación más fría que es el invierno. Anestesia los engaños interiores y a la vez mantiene las constantes vitales mínimas para seguir con vida. Pero esto no es vivir de verdad, porque la verdad requiere del engaño. Quizá abril necesita madurar más en el peso del invierno, no para convertirse en esperanza, sino en una forma de compasión por el sufrimiento. Lo ideal nos dice poco sobre lo que queremos en principio, y nuestros sentidos vulnerables, mucho sobre qué es querer.

 


Encuentra en este enlace una edición de The Waste Land de T. S. Eliot traducido por Hernán Bravo Varela