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Cerebros simulados para otakus y transhumanistas: anime y los sueños de inmortalidad tecnológica

Ciencia

Por: Alejandro Massa Varela - 04/15/2024

¿En cuáles series de anime podemos encontrar cerebros simulados, ciborg o cibernéticos? ¿Por qué busca el transhumanismo de la vida real la integración del cerebro con la tecnología? ¿Qué relación tiene algo así con la inmortalidad?

El sistema “MAGI” son tres supercomputadoras interconectadas que gobiernan la ciudad de Tokyo-3 mediante el voto conjunto. Creadas por la Doctora Naoko Akagi para la organización Gehirn, el antecedente de Nerv o la institución encargada de destruir a los ángeles y del proyecto de complementación humana en el anime Neon Genesis Evangelion, cada computadora tiene una parte del cerebro de su creadora y reproduce los dilemas inherentes de la existencia humana. Una tecnología de transferencia de personalidad o patrones de pensamiento a un ordenador físico. Cada una de las MAGI recibió el nombre de uno de los magos de oriente que visitaron a Jesús en Belén, y representa cada una un aspecto diferente de la personalidad de Akagi, “Melchor”, la científica, “Baltasar”, la madre, y “Gaspar”, la mujer.

En el anime Ghost in the Shell, el término “ciberización” se refiere a un proceso similar de integración de un cerebro humano y componentes electrónicos, con el fin de configurar un órgano aumentado, “dennō lit” o “cibercerebro”. Este implante de micromáquinas permiten iniciar y mantener una conexión directa y constante con redes informáticas de individuos que cuentan también con un cibercerebro, sin necesidad de dispositivos físicos como ordenadores.

El sistema “Sibyl” es el nombre de la institución penal que previene y persigue con mano de hierro los actos criminales en una versión del Japón del siglo XXII en el anime Psycho-Pass. Se trata de un hardware y software que analiza las tendencias criminales de la población, con el objetivo de aislar o eliminarlos a los sujetos que se consideren anómalos y peligrosos antes de que lleguen a cometer cualquier delito. Su naturaleza real, ignorada por el público, es una mente colmena formada por más de doscientos cerebros de personas criminalmente asintomáticas o con patrones ilegibles para el escaneo del sistema. Las irregularidades de estas mentes son asimiladas y amplían las consideraciones del programa Sibyl, que persigue un imperio de la Ley desde decisiones objetivas, minuciosas y precisas.

En las series de anime japonesas podemos ver diversos ejemplos de un camino transhumanista para la humanidad, igualmente interesante y peligroso. Pero cuál sería, en términos simples, la respuesta a ¿qué busca conseguir un proyecto así? El físico teórico Michio Kaku prevé que, a inicios del siglo que viene, las personas recibiremos capacidades parapsicológicas como sostener y elevar objetos, y abrir y cerrar puertas gracias a extensiones mentales. Por ejemplo, gracias a una red de diminutos sensores cerebrales, será posible que nuestras facultades se extiendan a través de ordenadores no biológicos. También nuestros llegarán a purificarse de casi cualquier defecto o lesión, evolucionando sintéticamente junto a la tecnología.

Aunque esto ya da material de sobra para un anime con escenarios completamente extraños, sea que nos asuste o emocione, se trata de un escenario cada vez menos distante. Sin embargo, para futurólogos como Raymond Kurzweil, el transhumanismo debería preocuparse por un único proyecto o por una meta unívoca: desarrollar los medios para retrasar el envejecimiento y finalmente “abolir” la mortalidad. No obstante, este tipo de vida para inmortales será siempre un logro imperfecto, porque no se basa en una esencia, sino en remplazar elementos que son nosotros, la eliminación o recambio gradual de todo aquello que susceptible a ser vulnerable. El propio Kurzweil reconoce que, por más que busque la inmortalidad individual, sin estar interesado en ninguna otra forma de comprenderla, algo como eliminar a la vez todos los elementos frágiles de uno mismo sería imposible, peligroso o las dos cosas. Y en las pocas décadas que puedan quedarle de vida, no se dará ningún avance definitivo para la inmortalidad.

Para el transhumanismo lo terrible y complejo es que somos heridas que, una vez bien abiertas, nos desconectaremos definitivamente de recuerdos, sensaciones y nuestra propia imagen. Para huir de este hecho todo lo posible, Kurzweil planea la “estrategia del puente a un puente a un puente", un programa personal en línea recta que hay que seguir a corto, mediano y largo plazo: el primer puente es un régimen dietético, un estilo de vida muy cuidado que permita ganar longevidad o tiempo. Quizá imitar a esos ancianos de Okinawa que tienen certificados de nacimiento de hace más de un siglo. Sobrevivir hasta que los avances científicos tiendan un segundo puente, el de la ingeniería biológica, y un tercero, el de las nanotecnologías, hasta llegar a un estado de cosas lejos de sea lo que sea morir como un ser humano. Solo cruzar el primer puente, como alargamiento de los años de vida, posibilitaría a los niños y no tan niños actuales alcanzar el segundo y, así, el tercero, conectando toda nuestra historia como un futuro “ilimitado”.

Una conclusión muy interesante es que para el transhumanismo: todo lo que pueda considerar propio de eso que llamamos “condición humana” y de cualquier otra condición existencial puede y debería simularse para ser inmortales. Para que inicie y sea continuo el hecho que sea, solo es indispensable alguna forma de cerebro con suficientes neuroconexiones, no importa en qué sentido hoy me parezca un cerebro solo simulado. La plenitud sensorial a mi alrededor y dentro de mí es la misma, y teóricamente podría hacerse experimentar artificialmente. Es posible sacar a mamá Eva de su red neuronal y llevarla a las condiciones de un Edén simulado.

Sea que ampliemos nuestro cerebro con un hardware o software de última generación, o que lo remplacemos por un cerebro de silicio o un programa cuántico en la red, hay un problema que me interesa, y no es del tipo ¿la ciencia conseguirá algún día sacar una “copia” de mi persona? Aunque esto pueda demorar diez o mil años, digan lo que digan el Papa, los jueces o los psiquiatras, lo que me interesa es un problema más sintético, como ¿por qué el transhumanismo está en contra de la muerte? Si esto puede ser entendido, también deberíamos llegar a entender ¿qué es lo que el transhumanismo propone salvar? De momento, los desarrolladores detrás de esta concepción del futuro no ofrecen estas respuestas y no pueden plantear qué es exactamente eliminar cosas o hechos. ¿Yo soy mi cerebro o soy otra cosa, otro hecho? Les obsesiona tanto continuar, que algo pase definitivamente, como la no continuidad, que algo no pase nunca. Se trata de un problema cuyas contradicciones evaden los transhumanistas de la vida real, pero que las series de anime han podido hacernos ver con horror, curiosidad e intriga.


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Imagen de portada: Ghost in the Shell, Brian Fabry Dorsam, fnewsmagazine