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¿Qué implicaba imaginar para el poeta e ilustrador británico William Blake? ¿Por qué es considerado el autor de una obra artística total como poesía en imágenes y pintura poética? ¿Cuál fue su visión del lugar de los profetas en el mundo como arte?

La siguiente frase del Hevajra Tantra no solo ha resonado históricamente en los montes y monasterios nevados del Tíbet budista, sino que sintetiza al esoterismo universal:

Por la pasión el mundo es atado, por la pasión también queda libre.

Ese esoterismo o revisión continua de la intimidad, que ha sido mucho antes que todos nosotros, fue también un artista británico. William Blake murió en la pobreza y sin recibir esos elegidos merecidos que su obra ganaría póstumamente como arte total, pintura que, sin tener a dónde salir, abre toda puerta concebible en el interior que es el alma, poesía visual que hace un mismo profeta a todas las almas que son la escena de la humanidad, una Biblia sin teología y sin punto final, un mundo que es un Dios imaginante, un hombre como Job que no conoce una manera de ser bueno salvo perdonarse por el pecado original de ser inconstantemente infinito. Blake murió como su propia genialidad, como una visión injustificada, no sometida al examen, psicológico del protestantismo, o empirista y analítico sobre la sensorialidad. Murió mirando como si eso fuera sentido, más que tenerlo:

La imaginación no es un estado: es la existencia humana misma.

Los críticos en vida de este artista no podrían no coincidir con sus veneradores futuros en que su estilo fue único y diferente a cualquier otro. Para ambas partes, se trata de una poesía pintada y de una pintura poética que no son comprensión o ni siquiera algo que tenga que ver con las creencia, al menos desde la dicotomía entre creencias correctamente reveladas y creencias falsas de origen humano. Para gusto de personas como el reverendo John Trusler, el arte de aquel jovencísimo Blake que conoció en el verano de 1777 era demasiado imaginativo. Son resultado de mi obediencia ciega a “mi Genio o Ángel”, esa fue su explicación irrevocable, no podría haber hecho otra cosa. Saberse entre los dos lados trasparentes del infinito es saberse sin poder, esperar en la imaginación que nos hace actuar con otro poder. O en las palabras de un poema de Homero Aridjis:

Y Dios dijo: Hágase el ángel.

Y el ángel fue hecho de palabras.

Y el hombre dijo: Hágase el ángel de palabras interiores.

Y Dios dijo: Que cada hombre

tenga en el cielo un ángel

a su imagen y semejanza

y cuando muera se haga uno con él.

Puede decirse que Blake pretendió desafiar o subvertir los sistemas convencionales de pensamiento y percepción que restringían a su propia época. Pero esta sería una afirmación equivocadamente simple, no una simpleza real, sino solo una deducción alejada de la obra como de la totalidad que no puede ser forzada. Su inclinación por la energía fue un reconocimiento de las imágenes de su obra como algo que no debería llamarse suyo si nunca lo fue desde el principio. La mirada del artista que no muere con él es la “Shekhiná” o la manera en que Dios es su Espíritu Santo. Pero esto es algo tan visible que toda la humanidad no a alcanzado a ver su final. En palabras de Blake:

Lo que es grandioso es necesariamente oscuro para los hombres débiles. Lo que se le puede hacer explícito al idiota no merece mi atención.

La imaginación es cierto consentimiento intra-divino, que es ante todo una invocación del mundo mismo en el mundo. En su Primera carta a los corintios lo advertía Pablo:

Recuerden la Escritura: Ni ojo vio, ni oído oyó, ni por mente humana han pasado las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.

Pero a nosotros nos lo reveló Dios por medio de su Espíritu, pues el Espíritu escudriña todo, hasta las profundidades de Dios.

Blake concebía su trabajo ilustrativo como el de un profeta. Es un malentendido popular caracterizar la profecía bíblica como una anticipación de un futuro exacto, cuando se trata de una revelación del presente y una advertencia sobre hacia dónde podríamos movernos con él. La trascendencia es del presente, de la mirada que coincide con Dios. Por eso el profeta, a diferencia de los adivinos de Egipto, Mesopotamia o Persia, no recurre a medios externos la astronomía o la evisceración de animales, solo a una visión continua. Esta comprensión profética de las imágenes poéticas y de las palabras artísticas requiere seguir un consejo muy acertado de otro poeta, Paul Celan:

… leer, leer una y otra vez. La comprensión llegará por sí sola.

Un mundo es más el mundo como una visión continua de la fantasía o la imaginación. Para Blake, Jesús, sus apóstoles y discípulos eran todos artistas, y habría que rescatar el cristianismo precisamente como revisión profética y existencial, un volver a ver como si no hubiera más que presente entre la conciencia y la inconsciencia, entre el ángel y el artista testigo o mártir de sus encuentros con ese otro yo que es la agencia libre del poder puro de las imágenes.

Siento que uno puede ser feliz en este mundo. Y sé que este mundo es un mundo de imaginación y visión. Veo todo lo que pinto en este mundo, pero no todo el mundo ve igual. A los ojos de un avaro, una guinea es mucho más hermosa que el sol, y una bolsa usada con dinero tiene proporciones más hermosas que una vid llena de uvas. El árbol que hace llorar de alegría a algunos es, a los ojos de otros, sólo una cosa verde que se interpone en el camino. Algunos ven la naturaleza como algo ridículo y deforme, y por esto no regularé mis proporciones; y algunos apenas ven la naturaleza. Pero a los ojos del hombre de imaginación, la naturaleza es la imaginación misma. Como es un hombre, así ve.

¿Es posible desnudar este bien? Es la misma desnudez de las formas de la imaginación, es otra forma su vulnerabilidad o una manera en que nos atrae. Sin embargo, no hay un estado dado para la vulnerabilidad ni tampoco la vulnerabilidad es un estado. Desear es lo que vemos porque nos ve, ve con nuestra realidad, ve nuestras imágenes y ellas son solo nosotros, solo por realidad. ¿Y qué es de lo que no hemos visto? ¿Qué puede ser ese encuentro con la imaginación? Más importante que la muerte o la vida, siempre ha sido mirar. Que el mundo vea es que el mundo sea.

 

Imagen: La visión de Cristo de William Blake.