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¿Por qué la sociedad de los bugis es considerada la más líquida y tolerante en cuestiones de identidad de género? ¿Cuál es el vínculo profundo entre estos adjetivos y su propia religiosidad? ¿Qué dificultades enfrenta al día de hoy dentro de Indonesia?

Célebes o Sulawesi es la tercera isla más grande de Indonesia y el hogar de la cultura “bugi”, considerada por muchos el grupo humano con mayor fluidez de género. Durante al menos seis siglos, esta sociedad ha reconocido la existencia de otros tres tipos de personas, además de las mujeres cisgénero o “makkunrai”, y los hombres cisgénero u “oroani”.

En Sulawesi existen “calabai”, personas que nacen con sexo masculino, pero cuya identidad de género se desarrolla desde conductas y una actitud psíquica consideradas femeninas, como dejarse el cabello largo, vestir con faldas, usar maquillaje y dedicarse a labores del hogar o a la peluquería normalmente asociadas a las mujeres. También existen “calalai”, personas que nacen con sexo femenino, pero cuya identidad de género se desarrolla desde conductas y una actitud psíquica consideradas masculinas, como llevar el pelo corto, vestir camisas y pantalones, fumar cigarrillos o una vida laboral normalmente asociada a los hombres. Aunque sí que adoptan los rasgos estéticos binarios con los que se sienten más cómodos, no es frecuente que calabai y calalai opten por cirugías plásticas y de reasignación genital, ya que en la sociedad bugi no se asume como algo intrínsecamente contradictorio una diferencia entre cuerpo e interioridad.

Finalmente existen “bissu” o una quinta identidad ni femenina ni masculina que abarca el espectro del género en su totalidad, y a la cual está reservada por tradición el sacerdocio bugi de la religión “Tolotang”. Esta teocracia alguna vez fue hacedora de reyes, pero en la actualidad se encuentra cerca de la desaparición tras casi un siglo de decadencia de su cultura y creciente persecución en Indonesia, el país con la mayor cantidad de musulmanes del mundo, un hecho que se ha intentado instrumentalizar políticamente en contra de la diversidad sexual y las minorías religiosas. Hay que tener presente que términos como “homosexual” o “transgénero” son de origen moderno, primero clínico, luego de la psicología social, convirtiéndose progresivamente también en identidades políticas valiosas, pero también en etiquetas que simplifican un significante íntimo que podría generar muchos más significados. En palabras de la filósofa feminista Judith Butler:

El género no es para la cultura lo que el sexo es para la naturaleza; El género es también el medio discursivo/cultural mediante el cual la “naturaleza sexuada” o “un sexo natural” se produce y se establece como “prediscursivo”, antes de la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual la cultura actúa.

El antropólogo Halilintar Lathief ha estudiado durante décadas el lugar que han ocupado los bissu en la cultura bugi como intermediarios entre el pueblo y la realidad divina. Desde tiempos preislámicos, es posible ser parte de este quinto género sea que se haya nacido con rasgos más bien femeninos y con una vulva, o con rasgos más bien masculinos y con un pene.

La iniciación del sacerdocio bissu implica una promesa de celibato y decoro. Un proceso con muchas etapas, incluida la transición por una ceremonia potencialmente mortal que implica que los candidatos demuestren ser invulnerables al filo de un cuchillo ritualístico o “keris”. No hay un consenso exacto sobre quiénes pueden ser reconocidos como bissu. ¿Es una condición de nacimiento ligada una intersexualidad esencialista? ¿O es posible asumirla en un punto de la vida como una forma de intersexualidad cultural? De acuerdo con Lathief:

Los Bugis creen que un bissu que exteriormente parece masculino es internamente femenino, y viceversa. Esta combinación de sexos es una identidad metagenérica.

No está claro si la religión “Tolotang”, adaptada a la espiritualidad hindú, es un tipo de monoteísmo o de animismo, pero una de sus aproximaciones básicas es una definición del mundo superior como masculino y de este mundo material como femenino. Solo las personas que participan de este “metagénero” pueden representar los dos mundos y servir como intermediarias. Estos sacerdotes intersexuales son una fuente de bendiciones para eventos como las cosechas o los alumbramientos. Esta ambigüedad física y psicológica en ciertos individuos ha sido valiosa para diversas religiones. De acuerdo con el filósofo e historiador de la Antigüedad Alain Daniélou:

Hay personas que no son ni completamente masculinas ni completamente femeninas, sino que tienen partes de ambos géneros. Sus deberes, rol social y posición en la sociedad también deben ser diferentes a los de otros seres humanos. Esta categoría neutral cubre muchos tipos: eunucos, hermafroditas físicos y hermafroditas instintivos o mentales, a quienes se les puede denominar verdaderos homosexuales para distinguirlos de los hombres bisexuales que practican la homosexualidad como una variante en sus actividades sexuales. Los hombres con tendencias andróginas en los que se unen ciertos aspectos masculinos y femeninos tienen un carácter sagrado especial, ya que simbolizan la unión de los principios, la sustancia de la riqueza y de la vida. Se requiere que un hombre así esté presente durante la celebración de los misterios sagrados, y su presencia es auspiciosa en ceremonias importantes, como las bodas.

La profesora asociada de la Universidad Tecnológica de Auckland en Nueva Zelanda, Sharyn Graham Davies, quien también ha estudiado a profundidad la cultura de los bugis, advierte que el papel espiritual de este más allá de lo masculino y lo femenino ha sido partes de muchas sociedades del planeta, sobre todo en Tailandia, Malasia, India, Bangladesh y México. En la actualidad, las teorías queer han revivido una comprensión sobre la identidad humana fuera del binarismo de género, y se han hecho extensas investigaciones sobre el hermafroditismo biológico y las minorías cromosómicas. Pero resulta interesante mirar hacia los grupos humanos del pasado y no occidentales de hoy en día que tuvieron o mantienen otras nociones de esencialidad personal, y otras formas de tolerancia e integración en su cotidianidad y armonía religiosa.

Desde la independencia de Indonesia de 1949, las antiguas monarquías bugis quedaron disueltas en la nueva república y papel de la teocracia bissu quedó relegado. Se ha afianzado con el tiempo un tipo de acoso neoconservador instigado por la policía, el islamismo integrista y políticos de línea dura, aumentando en el país la oferta de terapias de conversión, al igual que las campañas de educación y salud que estigmatizan a las personas LGBTTTIQ, sean bugis o no. En la regencia de Pangkep, Sulawesi del Sur, este quinto género se ha reducido a solo seis personas, y únicamente cinco están capacitadas al día de hoy para desempeñar funciones sacerdotales. Por eso resulta más importante que nunca no simplificar nuestros discursos en favor de los seres humanos que somos anómalos, y enriquecerlos de la diversidad cultural humana e indígena.


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Imagen: Dos bissu se preparan para una boda tradicional, The Jakarta Post.