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¿En qué consiste este método para morir dentro del jainismo? ¿Debería prohibirse esta forma de eutanasia religiosa? ¿Qué enseñan los jainistas sobre la estructura del dolor y el universo? ¿Por qué dan una importancia radical a la no violencia?
¿En qué consiste este método para morir dentro del jainismo? ¿Debería prohibirse esta forma de eutanasia religiosa? ¿Qué enseñan los jainistas sobre la estructura del dolor y el universo? ¿Por qué dan una importancia radical a la no violencia?

El jainismo es una religión pequeña si nos atenemos a sus cuatro millones de practicantes, la mayoría en el subcontinente indio. Pero a la vez es una religión grande pensando en la riqueza de su propuesta metafísica y ética, una de las más influyentes tradiciones kármicas como el hinduismo, el budismo y el sijismo. Y si bien es poco conocida en Occidente, su acto religioso supremo, “Sallekhana”, “Santhara” o “Samadhi Marana”, despierta sorpresa y una creciente polémica fuera y dentro de la India. Consiste en un voto de ayuno final para provocar la muerte, un ayuno que, a consideración de los jainistas, asegura una despedida pacífica, satisfactoria e ideal si se le compara con cualquier otra forma posible de morir.

Es aconsejable la prudencia si se pretende evaluar una práctica considerada radical o elevada a la más alta consideración tanto en el mundo antiguo como en el siglo XXI. Lo primero que debería advertirse respecto del voto y método de la Sallekhana es que dista mucho de las implicaciones del suicidio en general, el cual supone una disposición destructiva a consecuencia de un sufrimiento psicológico o de la desesperación, siendo intencional, aunque muchas veces impulsivo. En todo caso, el ayuno jainista podría considerarse una forma de eutanasia religiosa con componentes rituales. ¿Qué sentido tiene o por qué se lleva a cabo? 

El jainismo es una religión transteísta, es decir, si bien ofrece una doctrina de salvación, esta no se basa en el reconocimiento y el culto a un Dios o dioses, sino en advertir las consecuencias positivas y negativas de nuestra conducta, el sufrimiento que podemos provocar al participar de un universo no creado y eterno que es sus propias dinámicas o que toma una forma kármica. Estas enseñanzas en sentido histórico y legendario se remontan a Mahavira Vardhamāna, un maestro indio del siglo VI antes de la era común y contemporáneo de Siddhārtha Gautama. Y aunque el jainismo asegura ser inimaginablemente más antiguo, reconoce ser un sistema relativo y susceptible de desaparecer como religión organiza, pero cuya efectividad se corresponde con los hechos. Al igual que el resto de sus prácticas, la Sallekhana busca la purificación espiritual y la liberación karmática o de condiciones negativas acumuladas.

Los jainistas sostienen que todo ser viviente es un “jiva”, es decir, consciencia e inteligencia, un principio sensible e inmaterial cuya perturbación se debe al karma del cuerpo físico o lo que es “ajiva”. Se entiende por karma no un castigo por transgresiones pasadas, una retribución tipo búmeran popularizada entre los occidentales, sino una relación causal de partículas extremadamente sutiles y contaminantes que determinan la forma que hemos adoptado y que adoptaremos en reencarnaciones futuras. Para limpiar esta contaminación se debe observar un ascetismo estricto y purgativo. Solo esto conduce a la liberación definitiva, “Moksha”, el principio inmaterial sensible se desprende del cuerpo mortal y no vuelve a renacer.

La acumulación kármica pesada que impide nuestro ascenso empieza por acciones dañinas. El jainismo da suma importancia a no interferir en la voluntad de otras criaturas, lo que implica evitar de ser posible que nuestra propia vida dependa de abusar de cualquier otro ser vivo. Esto es “Ahimsa”, la doctrina de la no-violencia o de la ausencia de daño, un sendero seguro hacia la dicha para los jainistas. Mahatma Gandhi reinterpretaría este principio de manera política como un método de resistencia o no cooperación pacífica. En palabras de Mahavira:

Todas las criaturas que respiran, viven y sienten, no deben ser asesinadas, ni tratadas con violencia, ni abusadas, ni atormentadas, ni expulsadas.

La no violencia llega a ser tan consecuente en la conducta de los jainistas que quienes son observantes siguen una dieta lacto-vegetariana, barren el suelo por donde caminan para no pisar insectos y plantas, o utilizan un cubrebocas de tela, “mupatthi”, para evitar inhalar microorganismos de forma no intencionada. La Sallekhana está reservada solo para quienes padecen una enfermedad incurable, viven con una grave discapacidad o su muerte es inminente, generalmente personas ancianas. Sus críticos advierten que, dependiendo del estado de salud de quienes toman este voto, la disminución de los niveles de ciertas vitaminas y minerales, los desequilibrios electrolíticos, y síntomas como mareos, pérdida del cabello y fatiga profunda, hacen de este proceso de muerte lenta algo terrible y atroz. Pero la perspectiva jainista no es negar este sufrimiento extremo, sino valorar una comprensión profunda del dolor inherente a la existencia terrena. Se trata del mayor acto de Ahimsa, una opción para salir de esta existencia haciendo el menor daño posible..   

Quien se somete a la Sallekhana renuncia a sus relaciones personales y posesiones. Lo perdona todo y acepta sus propios errores, buscando eliminar cualquier emoción negativa. Este método de muerte debe meditarse a fondo, ya que no debe ser rescindido. El ayuno tiene lugar en el seno familiar o en una residencia para observantes, lejos de responsabilidades mundanas y distracciones. Se honra al cadáver y es debidamente ornamentado para realizar una procesión funeraria antes de su cremación. Se acostumbra hacer público el acontecimiento, incluso con modestos anuncios en los periódicos locales. En la India, en promedio unas 240 personas se someten anualmente a la Sallekhana para purificarse de su karma acumulado. Se trata de una comprensión general de todas las enseñanzas jainistas. En palabras de Mahavira:

Un hombre está sentado en lo alto de un árbol en medio de un bosque en llamas. Ve perecer a los seres vivos, pero no se da cuenta de que pronto correrá con el mismo destino.

En la actualidad, los detractores no jainistas de esta práctica religiosa han abierto un debate en la India para ilegalizarla. Históricamente, la Sallekhana ha sido tolerada en el subcontinente, a diferencia de las tentativas de suicidio, generalmente tipificadas penalmente. En el año 2006, el activista pro derechos humanos Nikhil Soni y su abogado Madhav Mishra recurrieron a una litigación pública ante el Tribunal Superior de Rajastán. En agosto de 2015, se dictaminó localmente que este ayuno no es un principio vinculante en el jainismo, por lo que no podría defenderse dentro del marco de libertades religiosas, siendo prohibido a nivel local. Debido a sucesivas protestas, la Corte Suprema del país revocó una semana después la decisión del Tribunal Superior de Rajastán, pero el debate sigue abierto. Es indudable que algo como la Sallekhana exige una mediación ética y desde garantías jurídicas entre libertad religiosa y criterios de bienestar psíquicos y más extensos. Siendo un acto extremadamente valorado en el seno de la comunidad jainista, pienso que debiera ser protegido o tolerado, siempre y cuando corresponda a la libre elección de una persona capaz de obrar debidamente informada. Del mismo modo en que la eutanasia no debería ser criminalizada o estigmatizada.