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¿Por qué el fandom de Avatar considera que lo mejor de la serie de Korra son sus antagonistas? ¿En qué coinciden y en qué se diferencian revolucionarios como Amon y Zaheer? ¿Cuál sería su lugar en el espectro político?

Avatar: La leyenda de Korra es una secuela elogiada e infravalorada por partes iguales. Para muchos tiene defectos como el desperdicio de algunos personajes, o carece del sentido de aventura de la serie del último maestro aire y de un protagonista con el carisma resolutivo de Aang. Pero a mí siempre me ha impresionado la calidad de sus autores Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. Nunca han subestimado a los seguidores de ese niño de pies ligeros, y el tono y el contexto de esta secuela trasmiten perfectamente el choque entre el sentido cíclico de las tradiciones y el desarrollo tecnológico que cree ver una línea sostenida de progreso, la enajenación propia de las culturas cerradas o de la globalización. Esta fue muy afortunada en hacer verosímil la continuidad entre el tiempo de Aang y el tiempo de Korra, con sus cambios históricos junto al principio de reencarnación en la persona del Avatar, acariciando con la nostalgia, sin abusar de este recurso.

Es posible que el mayor acierto de la serie este en su propuesta de antagonistas. Aang se enfrentó a un sistema colonial hasta cierto punto sin rostro, que incluía a militares fanáticos y a una princesa sociópata, pero también a ciudadanos del común conformistas o con un campo limitado de acción para revelarse. En cambio, Korra debió plantar cara en cada una de sus cuatro temporadas a un líder carismático distinto y con un proyecto revolucionario propio. "Revoluciones" esto en el sentido más amplio de la palabra. Cada uno tiene una línea ideológica basada en los problemas sociales y geopolíticos de un periodo convulso que recuerda a la primera mitad del siglo XX. Antagonistas que hacen dudar al espectador sobre si sus motivaciones y resultados son los más correctos. Para este artículo, decidí comparar a los dos más populares dentro del fandom de Avatar: Amon y Zaheer, enemigos centrales de los libros Aire y Cambio, las temporadas también mejor valoradas.

Es bastante exacto afirmar que su aparición se relaciona con los efectos de la descolonización de la Nación del Fuego. El Avatar había fungido durante sus miles de vida como el puente con el mundo espiritual y como un mediador entre los pueblos. Esta figura poderosa vuelve a nacer cíclicamente en cada una de las cuatro naciones, aire, agua, tierra y fuego, pero crece para convertirse en un maestro universal que, si bien no se opone a la existencia de diversos Estados que resuelvan problemas locales, puede debilitar su poder duro si tratan con injusticia a su propia gente o si ponen en riesgo a las demás culturas, a la naturaleza o a los espíritus. Dicho esto, el Avatar Aang fue el primero en ayudar a establecer los mínimos de un gobierno mundial desde una sociedad de naciones. Se dio fin a la guerra de los cien años, y el nuevo Señor del Fuego Zuko se comprometió a reinstituir los territorios ocupados por su ejército. El problema ulterior de esta promesa no consistió en devolver las colonias más resientes, sino qué hacer con las instauradas en el noreste del Reino Tierra con las primeras invasiones, una zona que ya contaba con una población mestiza. La solución fue el establecimiento de una República Unida tutelada por los cuatro Estados existentes, representados en un consejo de gobierno. Su capital, Ciudad República, se convirtió en una megalópolis multicultural donde coexisten maestros y no maestros provenientes de todo el mundo.

El rol del último Avatar en este inédita política internacional tuvo como consecuencia que su figura quedara comprometida con la estabilidad no de las cuatro naciones, sino de los gobiernos. La paz solo fue posible por una asociación de iguales, cuya soberanía individual no podría ser puesta en duda. Para muchas personas, el puente con lo espiritual se había convertido en la encarnación del statu quo, de un orden injusto, según Amon, o de un orden que no es natural, según Zaheer. Ambos antagonistas buscaron cambiar el rostro del mundo gracias a una revolución, invirtiendo las relaciones entre quienes ejercer o no ejercen el poder. Sin embargo, su única coincidencia importante fue suspender consideraciones éticas del tipo no matar, todo con el fin de ver la materialización de una gran consigna. Fuera de eso, son revolucionarios radicalmente diferentes no solo en cuanto a sus objetivos, sino desde su visión de las demás personas, el sufrimiento, el poder o el carácter de su propia agencia.   

Algo muy común en el fandom es identificar a Amon con el comunismo, pero esto está muy lejos de ser exacto. Si bien el significante principal de sus discursos fue la igualdad, dando nombre a su grupo clandestino, “los igualitarios”, su meta fue la eliminación de un fenómeno natural como las habilidades humanas para controlar los elementos, las cuales modelaron durante siglos las culturas y las jerarquías de las cuatro naciones, y eran efectivamente diferenciadores también de carácter social. Pero esto puede ser tanto como eliminar el color de piel, potencialidades físicas e intelectuales, la orientación sexual o la identidad de género. Si bien es verdad que las técnicas de aire, agua, tierra y fuego permiten un ejercicio del poder mayor, no por nada también han sido utilizadas para fines militares o criminales, no obstante, el fin último de Amon era homogeneizar a la sociedad y tutelarla secularizando el poder, es decir, haciéndolo muy específico, instrumentalizándolo mediante el desarrollo tecnológico y centralizándolo en su persona. Fue además un líder populista promotor del “agonismo”, es decir, oponer a una parte de la sociedad contra otra desde una interpretación de la democracia como conflicto de intereses y no como búsqueda de consensos.

Me alegra decirles que finalmente ha llegado el momento del cambio. Muy pronto, el actual régimen tiránico y flexible será reemplazado por un gobierno igualitario e imparcial.

¡Tú y tus hijos ya no tendrán que caminar con miedo por las calles!

Si bien Amon actuó como un progresista en favor de superar el pasado, su populismo no es cercano a la izquierda o a la luchas de clases, es decir, derribar el dominio de una minoría patrimonial que evita que la mayoría trabajadora sea dueña de los medios de producción. Debería definírsele como un actor fascista. Desconoció las fuerzas del orden instituidas y creó una organización paramilitar. Buscó una movilización de masas interclasista, apelando a los no maestros más vulnerables, pero también a capitalistas que pudieran financiarlo y ofrecerle armas. Recurrió al mesianismo escondiendo ser un maestro agua que podía bloquear las técnicas sobre los elementos utilizando sangre control, mintiendo sobre poseer un don único otorgado por los espíritus para liderar una redención histórica. Fingió o mostró empatía genuina por sus iguales, pero aplicó el peor sadismo contra quienes consideraba anormales y peligrosos. Desde ese resentimiento, prometió un espacio vital para los obedientes, pero su obsesión por la igualdad fue marcadamente individualista. Odiaba a su padre y rechazó el excepcionalismo que le inculcó junto a su hermano Tarrlok. Siguió siendo el mismo niño deseoso de borrar su pasado, pero también buscó vengarlo desapareciendo al Avatar, la justicia que detuvo las acciones criminales de su padre. La igualdad fue su manera de ser nadie y anular su dolor, pero también de hacerse un lugar en el mundo.

Como advirtió Proudhon, la frase “todos somos iguales” ha sido la menos meditada de la Historia y, paradójicamente, la más injusta. ¿Quién juzga qué es ser igual y cuál debería ser el estándar? Igualizar es enfermarse de orden y de uno mismo, algo que un antagonista como Zaheer reconocía efectivamente como el veneno más mortífero para el espíritu. Si alguien entre los enemigos de Korra fue un comunista, ese sería este maestro aire resuelto a asesinar, pero un "anarcocomunista", alguien que concibe la igualdad no como hija del orden, sino como libertad absoluta, hija de la nada de donde todo viene y emerge la diversidad universal. Si nada tiene sentido o es objetivamente bueno, los modelos de statu quo de los gobiernos conservadores o de los lideres populistas como Amon son solo una forma de dominio sobre la naturaleza. La única respuesta para alguien como Zaheer es la cooperación libre de los individuos, el autogobierno de todas las diferencias que son dueñas por igual de un único desorden infinito. Dicho esto, para este anarquista las tradiciones espirituales eran igual de relativas, pero pueden ser una forma de verdad práctica e iluminadora. De ahí su admiración por las enseñanzas del sabio gurú Laghima, un monje reverenciado por los nómades aire:

No puede haber crecimiento nuevo sin la destrucción del antiguo.

Aquel maestro sangre al frente de los igualitarios intentó tomar el lugar del Avatar y dar un golpe de Estado. En contraste, aquel maestro aire encabezó una célula revolucionaria de maestros con técnicas de control únicas, no para convertirse en un líder mesiánico similar, cuidándose de ser reconocido o de asumir algún rol de gobierno: su único objetivo era eliminar al Estado y poner fin al rol del Avatar, una figura “transestatista” en el pasado, convertida en un títere poderoso tras la guerra de los cien años. Bajo la amenaza “yo no creo en reinas”, Zaheer utilizó el aire control, un técnica generalmente incruenta, para dejar sin aliento a la Reina Tierra hasta matarla, entregando la capital Ba Sing Se directamente a sus habitantes. Buscaba ver lo más parecido a una Comuna de País y la horizontalidad absoluta.

El orden natural es el desorden. No fue hace mucho que los maestros aire fueron casi exterminados por el ansia de poder del Señor del Fuego. La idea de tener naciones y gobiernos es tan absurda como separar el mundo humano del espiritual. ¿No crees que el mundo sería mucho mejor si elimináramos a estos líderes? La verdadera libertad solo llegará cuando todos los gobiernos opresivos caigan.

Zaheer fue conservador en el sentido de recurrir a una sabiduría perene y no a una escatología basada en la política progresista como Amon. Todo es una ilusión, la separación del tiempo, los elementos, las naciones, las ideas y las personas, algo que enseñó mucho antes el gurú Pathik al Avatar Aang. Pero Zaheer también creía en una revolución permanente, a diferencia de Amon que pretendía establecer firmemente su propio movimiento y convertirlo en el conservadurismo del mañana. Su única coincidencia importante fue suspender consideraciones éticas del tipo no matar, todo con el fin de ver materializada una gran consigna.

Albert Camus advertía una y otra vez que no basta ser justo si al final uno no puede ser inocente. La meta de la justicia sin importar los medios para conseguirla puede trasformar a los oprimidos en asesinos y a la verdad en lo insoportable. No puede evitarse que la verdad duela, tanto la verdad de la injusticia, pero también la verdad de los justos. Es natural, algo que reconocería abiertamente Zaheer y que Amon no podría negar. Y es cierto que la inocencia de alguien como Korra no es suficiente, pero al final puede ser parte de la respuesta.