En nuestra sociedad, destapar una botella de champán (o champaña) se ha convertido casi en sinónimo de celebración. El chorro dorado de la espuma, su pequeño géiser de éxtasis es ya algo que inconscientemente relacionamos con los momentos de alegría, triunfo o éxito. El champán es la bebida que más asociamos con los momentos más elevados de la vida, secularmente reemplazando al vino.
1. La bebida de los reyes (o emperadores)
El hecho de que el champán tenga tan alto pedigrí probablemente se debe, más que a su sabor o a lo exclusivo de su elaboración, al glamur de sus bebedores. Esto obedece en gran medida a que el champán fue asociado con la nobleza francesa, e incluso considerado la bebida predilecta de los reyes en los siglos XVII y XVIII, algo que se debe en parte al hábil protomarketing de sus productores. Luego Napoleón, que justamente reemplazó a los reyes, famosamente celebraba sus victorias destapando botellas de champán, algo que se ha convertido en una tradición en todo Occidente.
2. Las burbujas (y el color)
Las burbujas inicialmente eran consideradas un defecto de producción, y aún hoy los expertos connoisseurs llegan a decir que los vinos espumosos son meras distracciones y no se comparan con el sabor experto del vino. Pero hoy las burbujas son símbolo de fiesta, de esa sensación a la vez de eternidad y de superfluidad. Se dice en inglés I feel bubbly: una feliz, ingrávida ebriedad. En Francia, el champán fue creado accidentalmente y la presión en la botella hizo que inicialmente se le llamara le vin du Diable. Pero el "vino diabólico", con el tiempo se convirtió en el vino de los dioses o lo más parecido que resta de los dioses en nuestra cultura: las stars. Una de las imágenes emblemáticas de Hollywood es ver a Marilyn Monroe beber encantadoramente champán. Luego se puso de moda celebrar triunfos de competencias deportivas rociando champán entre los ganadores, algo que empezó en la Fórmula 1. La vida es una burbuja. Pero además una burbuja dorada. Y hay que recordar que de la espuma nace Venus, la diosa de la belleza, madre del amor.
3. La dulzura
Aunque el nivel de azúcar que contiene el champán varía según los productores y las diferentes regiones dentro de la zona de origen, esta bebida se caracteriza en general por ser más dulce que el vino y por lo tanto apela a un paladar más fácil, de nuevo aliándose a la celebración del deleite de la existencia. Generalmente se le añade azúcar después de la segunda fermentación, salvo en el caso de algunos vinos espumosos que son denominados Brut Zero.
4. Se sirve frío
El champán se sirve tradicionalmente frío, a una temperatura ideal de 7 a 9°C. Esto le añade una suerte de ligereza. Hielos y burbujas. La presión que se libera agrega un simulacro de la celebración, emulando un disparo.
Otra cosa digna de notar en la etiqueta es el vaso de "flauta de champán" que maximiza el burbujeo y que notoriamente, según la leyenda, fue diseñado para imitar los pechos de Madame de Pompadour, la amante del Luis XV (otros dicen que de María Antonieta).
5. Amos del espacio
El champán no sólo tiene todas las ventajas del vino blanco, sino que tiene también una propiedad sorprendente. Los científicos han encontrado recientemente una correlación entre tomar una o dos copas de champán al día y el incremento de la memoria espacial. Beber champán te puede hacer amo del espacio, tanto por la fascinación que la bebida provoca como porque, con moderación, te relaja y hace que te muevas con confianza.
Por si esto fuera poco, los dermatólogos sugieren que las propiedades del champán hacen que la piel elimine asperezas. Por si necesitabas una excusa para beber un poco de champán. Además, no son son necesarias las propiedades dermatológicas, pues el champán te hace lucir increíble porque te hace sentir increíble. Claro que ese "brillo", como todo, es impermanente.