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Una fábula contada por Alan Watts sobre la falsa dualidad entre pérdida y ganancia, buena y mala suerte

Parte de nuestra cultura nos inclina con frecuencia e intensidad al pensamiento dual, esto es, a  pensar y experimentar la realidad desde premisas que implican dos términos opuestos y excedentes entre sí: lo bueno y lo malo, el éxito y el fracaso, la vida y la muerte, etc. En Occidente estamos especialmente habituados a codificar así la realidad, y mucho del sistema y la cultura en que vivimos lo fomenta.

Ciertas escuelas de pensamiento nos invitan a vivir y entender la vida con mucha menos rigidez y, en cambio, darnos cuenta de que es propio de la existencia presentarse con matices. De hecho, esa es la esencia de la vida: es tan amplia, tan llena de circunstancias, tan impredecible, que difícilmente puede ajustarse a los límites estrechos de una noción absoluta.

El video que ahora compartimos es una preciosa muestra de por qué la vida desborda fácilmente el pensamiento dual. Se trata de una historia tradicional china contada por Alan Watts, el filósofo de origen británico que sobre todo en la segunda mitad siglo XX difundió las enseñanzas del budismo zen.

Grosso modo, la parábola nos recuerda lo difícil que es hablar de ganancias o pérdidas cuando se intenta hacer un balance de la vida, pues el cambio propio de ésta puede trasnsformar un suceso afortunado en uno desafortunado y viceversa.

La mente dual nos dirá que esto es un contrasentido, o que vivir de ese modo es caer en cierta forma del relativismo o del nihilismo en donde nada importa pues todo es impredecible. Sin embargo, no se trata de eso, sino de intentar entender que la única forma de navegar el flujo de la vida es poniendo atención a las circunstancias presentes, experimentando a cabalidad el instante y actuando en función de eso, sin temor a la pérdida ni ansiedad por la ganancia. 

Sólo aquí y ahora, con las manos abiertas para aceptar los dones de la vida pero también para dejar ir lo que nos pide a cambio.

 

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