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Ya sea que estés rodeado de gente y te sientas solo, o te aísles porque prefieras estar en soledad, el efecto sobre la longevidad se verá reflejado en ambos escenarios.

Desde el nacimiento hasta la muerte, el ser humano necesita de los cuidados y mimos de otras personas pues son maneras de regularse ante el miedo, tristeza o angustia. Las caricias, palabras de ánimo o platillos caseros, son acciones que suelen brindar bienestar, cobijo, un sentido de conexión, apapacho y amor. Desgraciadamente en los últimos años, ante la invasión desenfrenada  de la tecnología, todas estas acciones se transformaron en movimientos dactilares sobre un gadget electrónico, en dividir la atención entre el teléfono y escuchar las peripecias de un niño, en pasar las tardes frente a un videojuego en vez de salir a interactuar con los vecinos, etcétera. Es decir que la contención física de los vínculos, aquella que brindaba múltiples herramientas psicoemocionales, involucionó a una contención tecnológica de graves consecuencias.

Esta situación, de acuerdo con los psicólogos expertos en el apego infantil, ha desencadenado una ola de sensación de soledad en las nuevas generaciones. Se trata de una epidemia que amenaza con la longevidad –incluso más que la obesidad por sedentarismo, fumar 15 cigarrillos al día o sufrir de alcoholismo–, que según Julianne Holt-Lunstad y Tim Smith, de Brigham Young University, está afectando principalmente a la población de jóvenes: “El efecto es comparable con la obesidad, algo que la salud pública toma con delicadeza. Necesitamos empezar a hablar más seriamente sobre nuestras relaciones sociales.”

Ya sea que estés rodeado de gente y te sientas solo, o te aísles porque prefieras estar en soledad, el efecto sobre la longevidad se verá reflejado en ambos escenarios. La data recogida por Holt-Lundstad y Smith en una muestra de 3 millones de personas, demostró que “aunque las personas mayores tienden a estar más solas y a enfrentar un mayor riesgo de mortalidad, la soledad y el aislamiento social predicen una muerte prematura entre personas más jóvenes de los 65 años.” En otras palabras, “con el aumento de sensación de soledad, podemos predecir una posible epidemia de soledad en el futuro.”

A lo largo de la investigación de Holt-Lundstad y Smith, en donde lograron controlar variables como el estatus socioeconómico, edad, género y condiciones preexistentes de salud, se encontró que la ausencia o presencia de una red de apoyo social tenía un impacto en la salud. Es decir que una persona posee una mejor salud si cuenta con vínculos afectivos, de lo contrario, sin una red de apoyo, aumenta el riesgo a la salud. Esto se debe principalmente a que el ser humano es un ente social que requiere de vínculos para su supervivencia tanto física como psíquica.

Si bien el uso de redes sociales y apps de citas aparentemente ha promovido la interacción entre personas, la realidad es que ha provocado el aislamiento psicosocial de las civilizaciones actuales. Por lo que la integración plenamente consciente de los vínculos afectivos –ya sean familiares o amicales– a nuestra cotidianidad, podría ser la responsable tanto de la salud tanto de uno como de las siguientes generaciones.