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Estas conductas son prácticas que pueden desarrollarse a lo largo de la infancia, adolescencia y adultez

La adolescencia, período transitorio entre la infancia y adultez, es considerada una etapa indispensable para adquirir nuevas experiencias distintas al vínculo familiar. Inclusive se vive con una oleada de empoderamiento supremo, con el cual se cree que se podrá liberar al mundo entero de su miseria. Sólo falta una herramienta indispensable para lograr ese cambio: dinero y la edad suficiente.

Sin embargo, en la adolescencia no se prevé que la adultez está cargada de múltiples responsabilidades, por lo que si se planea alcanzar esta etapa de actividad laboral y el cambio mundial, es importante contemplar los siguientes factores:

– Despertarse temprano por cuenta propia. Como adultos responsables y autónomos, la obligación de cumplir con un bien mayor requiere de acciones como establecer una alarma y verse forzado a levantarse a esa hora. De lo contrario, se pierde el desayuno, el autobús o el camión, llegando tarde a las obligaciones.

– Prepararse el desayuno y el almuerzo para el medio día. Esta es una rutina cotidiana en los adultos, pues en caso de no organizarse resulta imposible mantener una alimentación saludable y adecuada para las actividades del día a día.

– Responsabilizarse de sus propios olvidos y errores. Es muy fácil llamar a los padres cuando se olvida un proyecto a entregar o se toma una ruta errónea para que vayan a rescatarnos. Sin embargo, como adulto, es indispensable enfrentarse a los errores de modo que se puedan resolver de la mejor manera que se sabe hacer: intentándolo.

– Lavar y acomodar la ropa. Será una manera importante de aprender a ser precavido; en especial, cuando ya no se tienen calcetines o calzones limpios.

– Hacer la limpieza de la recámara. La práctica de la limpieza es una rutina que se vuelve indispensable en la adultez; sobre todo, porque limpiar ayuda a liberar los pensamientos obsesivos y a regular los síntomas de la ansiedad y depresión.

Estas conductas son prácticas que pueden desarrollarse a lo largo de la infancia, adolescencia y adultez, pues son acciones que ayudan a volverse autónomo y con mayores herramientas para enfrentar cualquier tipo de complicación a corto, mediano y largo plazo.