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Científicos logran entender el misterio de cómo se produce la psilocibina en los hongos y, también, cómo producirla

Por qué los hongos producen alcaloides alucinógenos es una buena pregunta. Pregunta que hasta hace poco, en parte por la prohibición que había eclipsado la investigación sobre las propiedades medicinales y terapéuticas de los psicodélicos, no había podido responderse.

Los hongos han estado en el planeta mucho antes que los seres humanos y en primera instancia no parece haber una razón evolutiva para su producción de psilocibina. Un etnobotánico aficionado muy popular durante los principios de Internet, Terence McKenna, había sugerido que los hongos son una especie inteligente que proviene de las estrellas y forma una relación simbiótica con el ser humano.  

Existen más de 200 especies que producen psilocibina, muchas de las cuales son muy distintas y no forman parte del mismo árbol fungi, por así decirlo. Esto genera diferentes posibilidades: tal vez las especies desarrollaron la capacidad de producir psilocibina de manera independiente, o quizá en un principio todos los hongos tenían esta capacidad y la han perdido. O, como ha teorizado el micólogo Jason Slot, tal vez los genes para hacer esta sustancia psicodélica brincaron entre especies a través de lo que se conoce como "transferencia horizontal de genes", esto es, situaciones en las que los genes se brincan el pasaje hereditario entre generaciones para transmitirse directamente entre individuos, casi como un fenómeno de infección cultural.

Para probar esta hipótesis, Slot tuvo primero que descubrir los genes responsables de fabricar esta sustancia psicodélica. Se ubicaron cinco genes que producen enzimas necesarias para generar psilocibina y se mapeó su presencia en la familia de los fungi. Ya que estos genes aparecen en el mismo orden relativo a varios hongos alucinógenos, todo indica que existe una transferencia horizontal de genes. Como muchos aficionados sabrán, muchos hongos alucinógenos crecen cerca del excremento del ganado, y estos genes se especializan en descomponer madera o heces de animales. Slot cree que, debido a que estos materiales suelen estar llenos de insectos hambrientos que compiten con los hongos, tal vez desarrollaron la psilocibina como un arma para drogar a sus competidores. La psilocibina afecta al ser humano porque forma un enlace con moléculas que responden a la serotonina, un neurotransmisor que los insectos también tienen. La psilocibina, según estudios recientes, tiene la capacidad de reducir el apetito en los insectos. Así que el poder alucinógeno, cuasidivino de la psilocibina, habría surgido simplemente para hacer que los insectos entren en un estado de saciedad alucinógena, para que no tengan munchies. Eso, o quizá es momento de desenterrar la teoría de McKenna y pensar que la psilocibina es un programa de transmisión intergaláctica para despertar la conciencia de los seres humanos.

Lo que es seguro es que la investigación psicodélica está atravesando un boyante revival. Diversas investigaciones han mostrado que la psilocibina es una alternativa segura para la depresión, la ansiedad, para dejar de fumar y demás. Recientemente, un laboratorio alemán identificó cuatro enzimas que pueden producir esta sustancia, lo cual por primera vez permite a los científicos generar psilocibina sintética, lo que a su vez abre las puertas para la distribución a escala masiva de psilocibina, posiblemente como una supermedicina para la depresión o para paliar la ansiedad de la muerte en pacientes terminales. Claro, falta que esto se apruebe, pero cada vez parece más cercano.