*

La data confirma que las condiciones del sistema médico actual afectan más a las mujeres que a los hombres, pues enfermedades autoinmunes como fibromialgia, endometriosis, esclerosis múltiple o síndrome de fatiga crónica suelen diagnosticárseles como trastornos psicológicos como estrés, depresión o ansiedad

Terapias de cristal, huevos de jade, jugos desintoxicantes, meditación en jacuzzi  con sonidos budistas, crioterapia… Estos son ejemplos de las nuevas tendencias lujosas que intentan proveer una cada vez mejor salud física y psíquica. Se trata de un nuevo sistema de salud que ha surgido como una alternativa al sistema médico que en los últimos años se califica de violento, abusivo y deshumanizado.

En palabras del historiador científico de la Universidad de Wisconsin, Travis A. Weisse:

La relación entre doctor y paciente se ha erosionado lentamente, no sólo por la especialización y el hecho de que las personas ahora ven paneles de doctores, sino también porque las salas de urgencias están saturadas y hay problemas con los seguros de gastos médicos. Esto puede provocar que el paciente se sienta devaluado.

Esto es inclusive peor en el caso de la población femenina, pues sus malestares tienden a ser minimizados, asociados directamente con un rasgo histérico e hipocondríaco o regulados con desinflamatorios por los practicantes y médicos; un ejemplo de ello es la últimamente conocida escena de violencia obstétrica en donde se puede escuchar a las enfermeras decir: “Si no gritaste al abrir las piernas, no grites para dar a luz a un niño”.

La data confirma que las condiciones del sistema médico actual afectan más a las mujeres que a los hombres, pues enfermedades autoinmunes como fibromialgia, endometriosis, esclerosis múltiple o síndrome de fatiga crónica suelen diagnosticárseles como trastornos psicológicos como estrés, depresión o ansiedad. Como resultado, se les receta una serie de ejercicios y pensamientos positivos. Según Weisse:

Incluso con enfermedades que afectan a hombres y mujeres en rangos similares, las mujeres en muchos casos se encuentran en desventaja durante el tratamiento. Las mujeres tienen  una menor probabilidad de supervivencia a ataques del corazón que los hombres, parcialmente porque sus síntomas siempre se presentan como ‘atípicos’ –es decir, atípicos para una víctima masculina de un ataque al corazón– y porque reciben un tratamiento menos agresivo una vez que son admitidas en el hospital. Además, las pruebas clínicas para medicinas tienden a incluir más a los hombres, y el cuerpo del hombre es el default médico.

Ante esta discriminación hacia las dolencias de las mujeres, encajonándolas en síntomas psicológicos, menciona Weisse, las mujeres buscan métodos alternativos que les permitan sentirse escuchadas y en control. La realidad es que muchos de estos métodos, como por ejemplo el parto humanizado, tienen el objetivo de empoderar a la mujer haciéndola sentir en dominio de sus propias decisiones y reacciones corporales. Desgraciadamente el marketing, la ambición y el abuso de poder –e información– pueden sobreexplotar y difamar a estas terapias alternativas, acusándolas de inútiles o placebos.

Para Weisse, la industria de la salud puede reducir sus tasas de malestar si se invirtiera en competividad y compasión hacia los pacientes. Como dice Perry en uno de sus libros:

Nosotros [como humanos], queremos ofrecer estructura, pero no rigidez; nutrición [afectiva], pero no afectividad forzada. […] Reconocer el poder los vínculos y las señales relacionados es esencial para un trabajo terapéutico efectivo y, además, para una crianza efectiva, enseñanza y cualquier otro esfuerzo humano.