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Historiador sostiene que sin la famosa ola de Hokusai no tendríamos el arte moderno como lo conocemos

En el principio fue la ola. Una ola inmensa, azul y blanca, amenazante, ante un (en comparación) insignificante monte Fuji. La ola llegó al mundo en 1830-31: la xilografía fue titulada La gran ola de Kanagawa (Kanagawa es una prefectura japonesa). Como ninguna otra obra atribuida al camaleónico e hiperinfluyente artista japonés Hokusai (1760-1849), la ola se ha vuelto un icono mundial.

En la década de 1850 Japón suspendió sus políticas de aislamiento y Occidente empezó a conocer la cultura japonesa, por la cual se desarrollaría una fascinación en la a la que se describieron desde los pintores impresionistas hasta Steve Jobs. Particularmente, la obra de Hokusai sería decisiva en conformar una nueva visión en la pintura. La delineación del espacio con color y línea y no con perspectiva de un punto sería revolucionaria, según han notado numerosos historiadores del arte. En la Exposición Universal del Campo Marte del 1 de abril de 1867 se montó un pabellón japonés en el que se mostraron las impresiones sobre madera, ukiyo-e. Monet acabaría adquiriendo 250 impresiones, 32 de Hokusai (por cierto, el budismo zen también fue una influencia importante en Monet).

Jason Farago escribe en el sitio de la BBC: "sin Hokusai, tal vez no habríamos tenido el impresionismo --y el arte global que hoy damos por sentado sería muy distinto". El historiador Angus Lockyer sugiere que la gran ola de Hokusai causó el arte moderno, al hacer ver a los pintores europeos de una forma nueva. Hokusai cambió de nombre más de 30 veces, algo común entre los artistas japoneses y que sirve como marca de una nueva etapa, de una nueva visión, pero ciertamente no es usual con la frecuencia de Hokusai, quien mostró una incansable necesidad de ver el mundo de formas distintas. En el arte japonés, muy ligado a la espiritualidad, esta forma de ver está ligada a la correcta percepción de la realidad y de la esencia de la naturaleza (el artista logra captar las cosas como son y las hace aparecer en la obra). De acuerdo con el mismo Hokusai, fue en una etapa posterior a La gran ola que alcanzó esta visión de las formas verdaderas. Actualmente, una exposición en el British Museum revisa justamente esto: la obra de Hokusai mucho más allá de la ola. 

Lockyer mantiene que:

Manet, Van Gogh y el resto pudieron haber empezado la revolución en Francia, pero necesitaron de Hokusai para romper las convenciones estancadas del representacionalismo --para entender que uno podía hacer más con una superficie bidimensional que simplemente replicar el mundo tal como es.

Esto es lo que habría aportado la sensacional ola de Hokusai, al mismo tiempo un estudio minucioso de la realidad (Hokusai estudió extensamente la naturaleza que pintaba, incluyendo las olas, al igual que Turner) que una licencia artística. 

Tal vez las afirmaciones de estos críticos e historiadores son un poco hiperbólicas, pero de cualquier manera, ciertamente la obra de Hokusai merece incluirse con las grandes obras de arte del siglo XIX. Su influencia es enorme; se puede observar en museos, en grafitis en las calles y en el origen de esta misma página web en la que ahora lees sobre Hokusai, la cual en sus inicios incorporó la ola del japonés con un Fuji fractal como su imagen.