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La muerte de Chris Cornell ha abierto la discusión sobre los peligros de las benzodiazepinas, los ansiolíticos más recetados del mundo, que conllevan una serie de peligrosos efectos secundarios

En 1948 el poeta W. H. Auden escribió un libro titulado The Age of Anxiety, el cual ha servido como una de esas frases emblemáticas que describen nuestro tiempo. Aunque Auden escribía en la estela del genocidio y la destrucción de la segunda guerra mundial, ése era apenas el comienzo de la Era de la Ansiedad. Marshall McLuhan, profeta de la globalización, en su libro Understanding Media: The Extensions of Man, escribió que "esta es la era de la ansiedad... Si el siglo XIX fue la era de la silla editorial, la nuestra es la era del sofá del psiquiatra". Son los artistas los que alcanzan a ver antes lo que está sucediendo en la sociedad; los siguen los mercadólogos y las grandes corporaciones que se benefician de la detección de tendencias. En este caso las farmacéuticas no tardaron en entender este complejo fenómeno, que, según McLuhan tiene que ver con la constante estimulación de los medios electrónicos, que obligan a las personas a participar, opinar y padecer los acontecimientos globales como si fueran parte de una mente colectiva. Doble ansiedad: la ansiedad de estar expuestos a los simples estímulos eléctricos que hoy en día llevamos en nuestros bolsillos a todos lados (la ansiedad del medio) y la ansiedad también de estar siguiendo la narrativa global del terror, de la necesidad de ser felices, de tener un cuerpo perfecto, de ser ricos y famosos, etcétera (la ansiedad del mensaje).

En Estados Unidos se calcula que actualmente el 18.1% de la población sufre un trastorno de ansiedad (unos 40 millones), lo cual representa un costo de 22.84 mil millones en tratamientos. Un estudio de Medco Health Solutions Inc mostró que en el 2010 el 20% de los adultos tomaron al menos un fármaco para tratar una condición psiquiátrica, un incremento del 25% en comparación con el 2001. Entre adultos con déficit de atención, el uso de medicamentos para la ansiedad como Xanax, Valium o Ativan se incrementó en un 30%. El doctor Jack Twenge, autor del libro Generation Me: Why Today’s Young Americans Are More Confident, Assertive, Entitled—and More Miserable Than Ever Before, ha documentado un preocupante incremento en Estados Unidos, de 1935 a 1995, de personas que reportan estar deprimidas o ansiosas. Twenge señala:

Obviamente existen numerosas cosas positivas por el progreso social y tecnológico, y en muchos sentidos nuestras vidas son más fáciles que las de nuestros abuelos y bisabuelos. Pero la paradoja es que con tanto aparente bienestar y relativa prosperidad económica, en comparación con otros siglos, existe una insatisfacción, una infelicidad, un incremento en estos temas de salud mental en términos de depresión y ansiedad... la vida moderna no nos da oportunidades para pasar el tiempo con las personas y conectar con ellas.

Este tema ha vuelto a la discusión en los medios después de la muerte de Chris Cornell, quien aparentemente se suicidó. Según su esposa, eso no hubiera ocurrido si el vocalista de Soundgarden no hubiera tomado demasiado ansiolíticos, específicamente Ativan, el nombre comercial de un fármaco que pertenece al grupo de las benzodiazepinas, los medicamentos psicotrópicos más usados para la ansiedad en todo el mundo. Las benzodiazepinas (conocidas popularmente como benzos) tratan diferentes condiciones, desde la ansiedad y el insomnio hasta las convulsiones y la epilepsia, entre otras. Son depresoras del sistema nervioso, que actúan a través de los receptores del neurotransmisor GABA (conocido como el neurotransmisor de la relajación). Muchos consideran que estos medicamentos les han salvado la vida especialmente a adictos y personas que sufren epilepsia.

Hay que mencionar que las benzodiazepinas son de las sustancias más exitosas a nivel comercial en la historia de la farmacéutica. Habiendo reemplazado a los barbitúricos por considerarse más seguros, tan sólo en 1977 ya se consumían 880 toneladas en Estados Unidos y eran consideradas por Fortune “el mayor éxito comercial en la historia de las drogas de prescripción”. Actualmente las benzodiazepinas son, por mucho, las sustancias psicotrópicas más vendidas en Estados Unidos. Hay que mencionar que debido a que existen numerosas presentaciones, con diversas moléculas, ninguna aparece entre los fármacos más vendidos del mundo, pero si sumamos el grupo entero, ocuparían indudablemente uno de los primeros lugares. Nombres comerciales con los que estas sustancias pueden encontrarse son: Valium, Xanax, Rivotril, Ativan, Lexotan y Klonopin, entre muchos otros.

La esposa de Chris Cornell ha culpado en cierta forma a estos medicamentos por su muerte, señalando que Cornell jamás se hubiera suicidado si no hubiera tomado uno o varios Ativanes de más. Cornell era un adicto en recuperación, por lo que alguien podría argumentar que estos mismos ansiolíticos le habían salvado la vida antes --quizás habría acabado muerto por una sobredosis de heroína. Esto es imposible de saber. Lo que sí podemos saber es que las sustancias de prescripción contribuyen a más muertes por sobredosis que las drogas ilegales, según el Center for Disease Control; 30% de estas muertes se deben a las benzos. Mientras que existe una creciente alerta sobre las prescripciones de los opioides y sus peligros, no es así con las benzodiazepinas. En Estados Unidos, en los últimos años se ha incrementado el número de personas que reciben una receta para estos medicamentos, del 4.1% en 1996 al 5.6% en 2013. El 56% de estos individuos que toman benzos lo hacen por ansiedad. De 1999 al 2011 se cuadruplicó el promedio de muertes por sobredosis. Según dijo el doctor Bachhuber en declaraciones a CNN, esto parece deberse a que las personas están tomando dosis más altas del medicamento y las están combinando con otros. Los cocteles de benzos con alcohol u opioides pueden ser mortales. Esto es un problema, ya que mucha gente toma benzos no con una receta y un tratamiento médico, sino consiguiéndolas fácilmente en el mercado negro (lo cual hace que algunas de estas cifras sean conservadoras).

Al problema de la sobredosis debe añadirse el problema de los suicidios relacionados al consumo de benzodiazepinas. Se sabe que uno de sus efectos secundarios son los pensamientos suicidas. Un estudio publicado en el British Journal of General Practice muestra que el síndrome de abstinencia de estas sustancias está asociado al suicidio y a lesiones autoinfligidas. Dejar estos medicamentos es algo bastante peligroso y debe hacerse con cuidado; se recomienda consultar con un médico antes de hacerlo de golpe. No debería ser necesario decir que son sumamente adictivos, algo bastante conveniente para las farmacéuticas que, como ha señalado el Premio Nobel Richard J. Roberts, no buscan medicamentos que curen sino que supriman los síntomas y prolonguen la condición de manera crónica. 

Según reporta el periodista Christopher Byron en el sitio The Fix, especializado en abuso de sustancias, las benzodiazepinas son las sustancias de las que más se abusa en Estados Unidos entre estrellas de cine y ejecutivos de Wall Street. Stevie Nicks, del grupo Fleetwood Mac, culpa al Klonopin, otra benzo, de haberle robado 8 años de vida. En 1996, la actriz Margaux Hemingway cometió suicidio también bajo la influencia de una benzo, combinada con barbitúricos. El productor Don Simpson murió ese mismo año por una sobredosis no intencional de Klonopin. Se encontraron benzos entre las drogas que llevaron a la muerte a la modelo Anna Nicole Smith. Y tenemos también el caso del escritor David Foster Wallace, quien sufriendo una profunda depresión, luego de que un doctor le recetara Klonopin se suicidó colgándose con un cinturón. Estos son sólo algunos casos célebres. En el 2008 se dieron a conocer casos de soldados con estrés postraumático que al regresar de Irak murieron mientras dormían, luego de haber tomado un coctel de Klonopin, Paxil y Seroquel.

Ahora bien, la ansiedad es una condición real que puede ser sumamente debilitante y llevar a una vida miserable e incluso, en caso extremos, cuando se combina con otros factores, llevar a la muerte. Estas sustancias, en algunos casos de emergencia, logran salvar la vida de algunos individuos. Dicho eso, pensar que son el único o el mejor tratamiento que existe es sumamente reduccionista y corto de perspectiva. Además, muchos casos en los que estas sustancias se recetan no son para nada graves: personas que tienen a veces problemas para dormir, que se sienten inseguras cuando están con otros, o que no se pueden concentrar bien, prueban con estas sustancias y después se dan cuentan de que han pasado varios años, décadas incluso y han vivido sedados, eso sí, sin sufrir demasiado --pero el sufrimiento que se han evitado sólo ha podido ser postergado, y eventualmente los alcanza con redoblada intensidad.

El tema de fondo en este caso es el problema de la sobremedicación en la que vivimos, de creer que la solución más fácil (una pastilla, ir con un doctor para que nos cure) es la mejor. En la mayoría de los casos, la ansiedad no tiene su causa original en un problema neuroquímico --e incluso cuando se manifiesta así, puede ser tratada por medios más suaves que estas pastillas, las cuales deberían de ser solamente utilizadas en casos de emergencia.

En este artículo se pueden consultar diferentes alternativas herbales y minerales, entre ellas  magnesio, taurina, picamilon, ashwagandha, Rhodiola, gotu kola, inositol, kava (muchas de estas son plantas que actúan por medio del sistema GABA y son conocidas como adaptógenos, lo cual significa que tienen menos efectos secundarios). Evidentemente el tema es delicado y debe consultarse a profesionales, pero en caso menores de ansiedad deberían intentarse siempre métodos naturales acompañados de terapia; esto puede ir desde psicoterapia hasta meditación, ejercicio o yoga, al igual que sustancias psicodélicas (un estudio muestra que los hongos son muy efectivos en tratar la depresión y la ansiedad asociada con la muerte) y demás alternativas. Pero más allá de esto, la persona ansiosa debe examinarse a sí mismo y descubrir cuál es la fuente de su ansiedad, cuál es la condición subyacente de la cual su ansiedad es generalmente sólo un síntoma. Debe ser honesto y enfrentar su miedo. A fin de cuentas ninguna medicina será tan poderosa y tendrá la capacidad de una sanación tan profunda como enfrentar la ansiedad de la manera más visceral, idealmente con la ayuda de seres queridos y maestros calificados. Puede sonar muy fuerte, pero llegará un punto en el que el individuo ansioso se dará cuenta de que su ansiedad estaba causada por la ignorancia, por la confusión, por creer que algo que no es realmente importante sí lo era. Como explica el doctor David Kessler (antes comisionado de la FDA ) las enfermedades mentales tienen un proceso neurológico en común, al cual llama "captura" y define como una atención selectiva que se enfoca --muchas veces obsesivamente-- en uno o en una serie de estímulos y no en otros (en los millones de estímulos que nos bombardean a cada instante). Es decir, algo nos captura y esto echa andar un circuito de respuestas neurales que con el tiempo se convierten en una enfermedad. Esto sugiere que una enfermedad mental es sobre todo una forma de ver el mundo, una perspectiva que al reforzarse, al fijarse obsesivamente y recibir el peso de una atención psíquica constante, nos encasilla y encierra en un estado determinado (y por el peso y la presión nerviosa, se desgasta la estructura cerebral).

Kessler cita el caso de David Foster Wallace, quien tuvo un proceso de captura que lo llevó finalmente al suicidio, después de tomar durante décadas medicamentos psicotrópicos. "Una espiral autoperpetuante lo llevó al suicidio", dice Kessler. "No importa cuál era su éxito, personal o profesional, David filtraba todo lo que lo hacía parecer bueno y asimilaba todo lo que podía construirse como malo. Este tipo de filtrado sólo puede llevar a una devastadora inseguridad". El doctor Steve Bunney, citado por Kessler, señala que:

En realidad las enfermedades mentales casi siempre tienen que ver con la interrelación entre la predisposición y las cosas que pasan afuera en el mundo. Es casi siempre la interacción entre el cerebro físico y las experiencias de vida con las que la mente está intentando lidiar --eso es a lo que tenemos que estar atentos... necesitas saber de dónde vienen estas cosas, para encontrar un mejor tratamiento.  

Kessler apunta que existen mayormente tres formas para tratar estas condiciones: "lo que las drogas hacen es que disminuyen mi reactividad y siento menos, la psicoterapia hace que vea la vida de forma distinta para que algo distinto capture mi atención, la espiritualidad hace que me desapegue de los estímulos". Nótese la diferencia: los fármacos hacen que las personas dejen de sentir, son como anestesia de efecto retardado y prolongado, más que una cura. Y añade: "los remedios farmacológicos... nos separan de nuestros sentimientos y no hacen nada para profundizar nuestro entendimiento sobre por qué hacemos las cosas que hacemos".

Con esto concluimos, con la intención de generar una discusión madura en torno al uso de estas sustancias, advirtiendo que lo mejor que se puede hacer es prevenir condiciones de ansiedad más graves y evitar tener que tomar estos peligrosos medicamentos. Una mentalidad que sea capaz de no huir del primer dolor con una pastilla sino examinar sus propias condiciones mentales, cultivar su atención y hacerse responsable de su propia salud, es clave.

 

*Citas tomadas del libro Capture, de David Kessler