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Investigación muestra que las experiencias cercanas a la muerte son mejor recordadas incluso que las experiencias normales, pese a que las zonas del cerebro en las cuales supuestamente se registra la experiencia no están activas

Hace poco más de 4 años un neurocirujano de la Universidad de Harvard, Eben Alexander, generó gran polémica al postular que "el cielo es real" sobre la base de una profunda experiencia cercana a la muerte. Alexander cuenta en su libro Proof of Heaven que, después de estar 7 días en coma y con el neocórtex desactivado, experimentó una serie de visiones que le otorgaron "una razón científica para creer en la conciencia después de la muerte". 

Si bien no puede considerarse como prueba de la vida después de la muerte, una investigación reciente demuestra el gran realismo que tienen estas experiencias para las personas que las experimentan.

El doctor Bruce Greyson y Lauren Moore hicieron un interesante estudio sobre la capacidad de recordar de las personas que dicen haber tenido experiencias cercanas a la muerte. Analizando estos recuentos, los investigadores notaron cinco factores que parecerían hacer que los recuerdos de estas experiencias no sean muy nítidos ni muy detallados:

1. Las experiencias cercanas a la muerte suelen ocurrir en presencia de paro cardíaco, lo cual generalmente produce amnesia del evento.

2. Pueden suceder bajo la influencia de medicamentos psicoactivos que alteran la memoria.

3. Usualmente ocurren en situaciones traumáticas, que influyen en la memoria.

4. Generalmente son asociadas con emociones fuertes, que influyen en la memoria.

5. A veces son reportadas mucho tiempo después del evento.

Greyson y Moore administraron un examen estándar de características de memoria a 122 personas que habían tenido un encuentro cercano con la muerte. El examen está basado en el hecho comprobado de que las memorias de eventos reales tienden a tener más información de color, sonido y demás datos sensoriales, más información del contexto y más soporte de detalles e información emocional. Al realizar el cuestionario se les pidió que proporcionaran información sobre tres tipos de eventos: el roce con la muerte, otro evento que vivieron cerca de ese período y un episodio imaginario de ese periodo. Los resultados mostraron que los eventos cercanos a la muerte tenían más coeficiente de realidad. Los autores señalan:

Las memorias de estos eventos tuvieron mayor calificación en el examen que las memorias de eventos reales, que a su vez tuvieron mejor calificación que las memorias de eventos imaginarios... el hecho de que los registros en el examen fueron más altos en las experiencias cercanas a la muerte sugiere que son recordadas como 'más reales' que los eventos reales, lo que coincide con cómo son descritas. 

Aunque esto no puede considerarse como una prueba de que los sucesos que experimentan las personas que tienen una experiencia cercana a la muerte son reales (no bajo la noción de una realidad supuestamente objetiva consensual), al menos nos revela que tienen una nitidez y una consistencia que sugiere que algo especial está pasando en la mente de estos individuos y que no es solamente una fantasía común y corriente. Por otro lado, el hecho de que sean más reales en relación con la riqueza de información que se inscribe en la memoria permite hacernos la pregunta de si esto no es suficiente para considerarlos como reales, como eventos significativamente existentes, en tanto que la misma realidad no puede ser considerada algo que existe más allá de nuestra percepción y de nuestra capacidad de encontrar sentido y configurar una imagen del mundo. Es decir, ya que la realidad es siempre relativa a nuestra observación de la misma, por qué no pensar que estas experiencias son reales y quizás, como señalan los científicos, incluso más que las vivencias cotidianas.

 

Con información de Daily Grail