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El aprendizaje se puede realizar en función de métodos alternativos.

En los últimos días surgió en México la viralización del video de Mars Aguirre, en el que la videoblogger anunciaba que dejaba la escuela por “su sistema retrógrada”. Desde entonces han surgido múltiples críticas al respecto, incluyendo imágenes en donde se compara la actitud rebelde de blogger mexicana y la lucha rebelde de la superviviente Malala Yousef quien ganó el Premio Nobel de la Paz por su lucha para adquirir la misma educación que los hombres. 

Frente a esta irónica situación, es indispensable recordar que la educación es un derecho humanitario y por tanto tanto hombres como mujeres, de cualquier rango social, tiene la misma oportunidad de estudiar según sus deseos. Si bien la escuela es sinónimo de la educación, la  educación no lo es forzosamente de la escuela, por lo que el aprendizaje se puede realizar en función de métodos alternativos. 

De acuerdo con John Dunlosky y su equipo de psicólogos de Kent State, la manera más efectiva y rápida de aprender se le llama “práctica distributiva”. Esto quiere decir que si se desea perfeccionar un nuevo concepto, lo ideal es estudiar arduamente durante un periodo corto de tiempo, tomar un descanso y luego estudiar arduamente de nuevo. Desgraciadamente esta dinámica no es la que usualmente se pone en práctica en diversos sistemas académicos, muy a pesar de que estudios psicológicos muestran los beneficios de distribuir los tiempos en los procesos de aprendizaje y enseñanza. 

En palabras de Dunlosky, “estas estrategias se han analizado vastamente en libros de textos de psicología educativa, y los estudiantes de pedagogía no reciben una buena introducción al respecto para aplicarlo durante sus enseñanzas.” E incluso agrega que las viejas estrategias de releer y subrayar con marcador de colores proveen beneficios mínimos para el aprendizaje: “Al releer lo que se planea aprender con una práctica de recuperación retrasada [releer después de un corto lapso de distracción]  ayudaría mucho a los estudiantes.”

De este modo el aprendizaje deja de ser un fenómeno exclusivo de los sistemas académicos, sino un proceso que, guiado de manera productiva, puede convertirse en la herramienta más poderosa para la trascendencia humana. En especial cuando se trata de un derecho humano que requiere alcanzar cada vez más personas en situaciones de riesgo.