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El camino a la regularización de psicodélicos podría reducir las experiencias negativas

Durante las experiencias psicodélicas es común escuchar que, de vez en vez, si la sustancia no es consumida por la persona adecuada o en el momento y lugar adecuados se corre un grave riesgo de tener un malviaje.

Un malviaje es una experiencia negativa bajo los efectos de un psicodélico que suele llevar a quien lo padece a la paranoia, la tristeza o la angustia. Esto puede suceder por varias razones; una de ellas suele ser tratar de permanecer en un estado lúcido y resistirse al efecto de la sustancia. Esto puede deberse en gran medida al estado anímico y psicológico del individuo antes que a una característica intrínseca del psicodélico, pues lo que hay dentro de quien lo consume es amplificado.

Aunque los malviajes no son la regla general en el consumo de psicodélicos, hay maneras sencillas de evitarlos.

Según una encuesta publicada por la Universidad Johns Hopkins, de las 2 mil personas a las que se les aplicó el 10% tuvo un malviaje que podría poner en riesgo a otros o a sí mismos. Muchos de ellos lo describen como una de las 10 experiencias más estresantes de su vida. Sin embargo, existe evidencia de que legalizar y regular las sustancias psicoactivas minimizaría la frecuencia de los malviajes.

A diferencia de otras sustancias, los psicoactivos suelen estar en el fondo de la escala de drogas dañinas tanto para el sujeto como para la sociedad. La psilocibina y la psilocina (los componentes psioactivos de los hongos alucinógenos) no son tóxicas para el organismo, es difícil abusar de ellas y no generan adicción. Han provocado muy pocos eventos fatales farmacológicamente hablando, en la mayoría de los cuales resultaron cruciales las condiciones clínicas previas o una dosis excesiva. Los únicos riesgos reales al consumir psicodélicos son el dolor psicológico provocado por una mala experiencia y los efectos a largo plazo en la salud mental.

 

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La investigación no determina qué tan seguido ocurren los malviajes y queda claro que se requeriría de una evaluación más rigurosa y extensa. Cinco participantes reportaron intentos de suicidio bajo los efectos de los psicodélicos pero todos tenían antecedentes de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas. Seis de ellos, que tenían los mismos antecedentes, señalaron que luego de la experiencia estos pensamientos desaparecieron, a pesar de haber sido una vivencia mala.

Los psicodélicos son utilizados como medicinas ancestrales tanto en contextos religiosos como laicos. Para muchos, el malviaje es una confrontación directa con las emociones y pensamientos dolorosos o difíciles que suele acabar con una especie de sublimación que los elimina o minimiza.

Según uno de los autores del estudio, Roland Griffiths, que ha pasado 15 años investigando el valor terapéutico de los hongos, muchos de los encuestados que reportaron un malviaje afirman que fue revelador o que valió la pena, que fue una de las experiencias más valiosas de su vida. Griffiths dice:

El hallazgo contraintuitivo es que las experiencias extremadamente difíciles a veces pueden ser muy significativas de acuerdo con nuestros estudios con psilocibina –a menudo se describen como una catársis que provoca un entendimiento y sentido personal positivo o significados espirituales.

Estas afirmaciones, largamente ignoradas por la ciencia cuando se hicieron desde la medicina tradicional, comienzan a demostrar el potencial terapéutico de estas sustancias. Entre sus bondades se cuenta la reducción de la ansiedad en pacientes en tratamientos para combatir el cáncer, pueden ayudar a dejar de fumar y provocan cambios positivos en la personalidad.

Para Griffiths su uso en condiciones no controladas y sin supervisión puede derivar en comportamientos dañinos, por lo cual sería deseable su regulación y legalización para minimizar los riesgos. Las experiencias en las tiendas y cafés de Ámsterdam donde se pueden consumir estas sutancias, vendidas con una descripción detallada de lo que contienen, cuáles son sus efectos y los riesgos que tienen para la salud, consumidas en ambientes relajados y confortables, demuestran que esta opción es más que viable.

En el libro Blueprint for Regulation, algunos autores discuten y proponen diversas maneras para reducir el daño que provocan los psicodélicos. Se pueden hacer clubs psicodélicos, como en España, que cuenten con mecanismos para saber quiénes, en qué medida y qué sustancias están consumiendo. Estos dispensarios controlarían la calidad, pureza, dosis, empaque, licencia para venta y edad de sus integrantes. También podrían negarse a vender a personas ya intoxicadas con otras drogas, como alcohol. Además se harían distinciones en cuanto a la potencia de estas sustancias.

Es claro que la regulación de las sustancias es una gran opción, mucho mejor que las estrategias de combate al narcotráfico adoptadas internacionalmente.