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G. K. Chesterton sobre cómo la vida dejó de ser una rítmica danza para volverse una frenética carrera

    Turning and turning in the widening gyre
    The falcon cannot hear the falconer;
    Things fall apart; the centre cannot hold...

W. B. Yeats

G. K. Chesterton, uno de los grandes escritores británicos del siglo pasado, traza en su ensayo sobre Chaucer un elegante paralelo que merece considerarse. Chesterton sugiere que la vida solía concebirse y experimentarse como una danza, pero que en la modernidad se experimenta como una carrera. La diferencia entre una danza y una carrera, por supuesto, es que la danza no tiene un objeto definido, se disfruta en sí misma, como un proceso, mientras que la carrera es una competencia, y tiene un objetivo definido: ganar o al menos llegar a la meta. Esta es una forma un tanto simplista pero esencialmente acertada de entender lo que ocurre con la sociedad secular moderna. Pasamos de un modelo basado en el orden, la ley, el rta, el dharma, la necesidad (Ananke) y otros ejes que proveían un centro, una referencia moral y estética dentro de un tiempo circular a un mundo de progresión, que se precipita a una ansiada salvación en el futuro (ya sea el Mesías o la tecnología que conquista la naturaleza) basado en el crecimiento infinito (como ocurre en la economía, que es el eje rector de nuestra época) y en el cual se asume que existen ganadores y perdedores (sólo algunos serán salvados o sólo algunos acapararán la gran mayoría de los recursos). Así lo describe Chesterton:

Un cierto cambio agudo o ruptura puede trazarse notoriamente, al señalar que hasta cierto momento la vida era concebida como Danza, y después de ese momento la vida fue concebida como Carrera. La moralidad medieval estaba permeada por la idea de que una cosa debía balancear a la otra, que cada una se erigía a un lado de algo que estaba en el medio, y que algo siempre permanecía en el medio. Podía haber cualquier cantidad de movimiento, pero era un movimiento alrededor de esta cosa central; perpetuamente alterando las actitudes, pero perpetuamente preservando. […] Ahora bien, desde esta ruptura en la historia, sea que la llamemos de esta u otra forma, la Danza se ha convertido en una Carrera. Esto es, los bailarines han perdido su balance sólo para recuperarlo corriendo hacia un objeto, o algo que se presume es un objeto; no es un objeto dentro de su círculo o de su posesión, sino un objeto que no poseen todavía. Es un objeto volador, un objeto que desaparece. Pero no es mi interés condenar o celebrar ni la religión de la Carrera ni la religión de la Danza. Sólo estoy apuntando que esta es la diferencia fundamental entre ellas. Una es rítmica y de movimiento recurrente, porque se tiene un centro conocido; mientras que la otra es un movimiento precipitado o progresivo, porque hay una meta desconocida. Esta última ha producido lo que llamamos Progreso; la anterior produjo lo que los medievales llamaban Orden; pero era el vívido orden de la danza. 

Chesterton hace en cierta forma una crítica al mundo secular en el que se ha resquebrajado el patrón, el centro que otorga significado y finalidad a la existencia; en la modernidad ya no importa el por qué, sólo hay que ir hacia delante, aunque no se tenga referente.

Chesterton fue un escritor de inventivas historias, pero también un hombre de fe que defendió la ortodoxia cristiana. Quien fuera uno de los escritores favoritos de Borges escribió:

El hombre sólo es realmente hombre cuando es visto contra el fondo del cielo. Si es visto contra cualquier paisaje, sólo es el hombre de ese lugar. Si es visto contra una casa, sólo es el propietario. Sólo cuando la muerte y la eternidad están intensamente presentes pueden los seres humanos sentir su hermandad. 

Con esto Chesterton hace referencia a que el ser humano necesita llevar una vida de significado y el significado lo da el centro, la profundidad, los valores que trascienden el tiempo, lo religioso, lo cósmico y lo artístico. Escribiendo hace poco menos de 1 siglo había notado la tendencia de la sociedad secular a reducir la vida a la economía y al entretenimiento y había detectado que esto tenía algunos efectos, los cuales dice sólo mencionar sin tomar partido, aunque es evidente que, para un hombre sensible, una vida como danza es superior a una vida como carrera.