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Algunos consejos simples para mejorar tu vida y despedirte para siempre del estrés

Día a día nos enfrentamos a un ritmo y estilo de vida que terminan por hacernos sentir molestos, tensos y apresurados. En un mundo acelerado como el nuestro, siempre hay tiempo para lo urgente pero nunca para lo esencial.

Es fácil perder de vista aquellas cosas que aumentan nuestro estrés, que agregan más peso al que ya arrastramos y que podríamos cambiar con facilidad para mejorar nuestra calidad de vida, despejar nuestra mente y reducir el estrés. Te presentamos siete de estos hábitos:

 

Desayunar mal: pesado y sin energía

Despertamos con prisa para atender nuestros compromisos del día; esto no deja mucho tiempo para pensar detenidamente qué nos serviremos como desayuno y terminamos por escoger cualquier cosa que nos ahorre tiempo. Generalmente esto implica opciones poco saludables como carbohidratos simples: sandwiches y panes. Estas opciones son malas fuentes de energía, pues sentirás hambre (además de cansancio) más pronto. Comenzar el día así te hace propenso a ceder ante el estrés.

Escoge un desayuno saludable basado en proteínas y grasas buenas (como las de las semillas o el aguacate). Añade algo de vegetales, frutas, una buena hidratación y estarás mucho más relajado.

 

Mantener tu mente en los pendientes

Organizar las cosas que nos quedan por hacer puede ser truculento o complicado, pero retenerlas en nuestra cabeza mientras lo hacemos es peor. Rumiar una y otra vez aquello que no hemos hecho es la forma más rápida de elevar nuestro estrés y entorpecer el trabajo.

Una simple lista o aplicación que nos ayude a administrar y planear nuestros quehaceres puede resultar crucial para vaciar la mente y realizar nuestras actividades mejor enfocados.

 

Limitar nuestras interacciones a la red

Las redes sociales nos permiten mantener muchas relaciones a la vez, pero las verdaderas amistades deben cultivarse con interacciones reales y sinceras. Gastar energía y tiempo en alimentar relaciones distantes sin prestar atención a las cercanas puede resultar más caro de lo que se cree.

Alimentar nuestras redes no retribuye tan amplia y diversamente como prestar atención a lo real. Pasar tiempo de calidad con nuestra familia y amigos, lejos del incesante ruido online, fortalece nuestros vínculos y llena de significado nuestro tiempo libre, factor determinante en nuestro estado general de ánimo.

 

No levantar ni un dedo

Muchos trabajos implican no despegarse del asiento por horas, luego regresamos a casa sentados en el transporte público o en nuestros autos para llegar a tumbarnos al sillón y descansar. Hemos olvidado que cuidar nuestra mente es tan importante como cuidar nuestro cuerpo en cuanto a estrés se refiere.

Hacer ejercicio es una de las mejores maneras de reducir considerablemente la acumulación de estrés en casi cualquier persona. Ejercitar nuestros músculos y empujar los límites de nuestro cuerpo nos da una sensación de confianza y satisfacción acompañada de una grata explosión de serotonina y otros neurotransmisores asociados a la felicidad.

 

No cuidar el sueño

El momento crucial del día para nuestro cerebro es la noche; mientras dormimos se procesan todas las cosas que vivimos durante el día. Es en estos momentos cuando se generan las ideas y preguntas que nos ayudarán a gestionar nuestra vida. Desvelarse o dormir a distintas horas cada noche provoca que la calidad de nuestro descanso disminuya y con ella, nuestra calidad de vida.

Obtener 8 horas de buen descanso sin interrupciones te transformará de un neurótico matutino a una persona plena y alegre. Adquirir buenos hábitos de sueño podría evitar el riesgo de desarrollar enfermedades mentales, de acuerdo con algunas teorías. Establece una hora límite para dormir y aléjate del café y las pantallas al menos 1 hora antes de ir a la cama; esto permite conciliar el sueño con más rapidez.

 

Ignorar lo que te estresa

En ocasiones es muy simple. No podemos ni detenernos para meditar un momento sobre aquello que nos está molestando. Dejar de detectar en dónde se encuentra la fuga no ayudará a repararla. Si no lidiamos con aquellas cosas que nos están tensando, no lograremos deshacernos de la agotadora sensación de que algo no está del todo bien.

Una pequeña secuencia similar a la meditación resulta lo adecuado para combatir la angustia: identificar la fuente del problema, aquello que nos tiene así, evaluar si depende o no de nosotros, planear alguna acción o respuesta luego de ponerlo en perspectiva, según corresponda, y dejarlo ir. Arrojar lejos la negatividad de nuestra vida nos libera.

 

Abandonar buenos hábitos

A veces encontramos actividades o hábitos que nos satisfacen y llenan, y nos hacen sentir tan bien que con el tiempo damos por sentadas sus ventajas y terminamos por alejarnos.

Hay que reconocer qué nos ha hecho sentirnos más felices y saludables, volver a ello y no dejarlo más. Es importante hacer lo que se ama como parte esencial de la lucha constante contra uno de los grandes síntomas del malestar de nuestra época: el estrés.

 

 

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