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La neblina mental nos hace menos efectivos ante la toma de decisiones diarias, con estos simples consejos podrás evitarla.

Vivimos en una época de grandes cambios que llegan de manera acelerada. El flujo de información es constante y tiende a crecer cada vez más. Esto es una bendición puesto que no hay tema o habilidad que esté lejos de nosotros, todo lo que quieras saber está a la distancia de un pequeño recorrido virtual. Sin embargo, a largo plazo, esta carga informativa puede afectarnos hasta tener periodos de neblina mental.

Procesar demasiada información cansa. Creemos que podemos realizar tareas múltiples de manera sencilla pero nadie hace todo al mismo tiempo, en realidad sólo estamos intercalando estas tareas por breves lapsos temporales. Esta concentración segmentada resulta dañina para nuestro cerebro que puede llegar a cansarse.

La sobrecarga de estímulos y nuevos conocimientos vulnera nuestra creatividad y capacidad de respuesta. Es sencillo sobresaturarnos cuando la oferta de entretenimiento y conocimiento está regulada sólo por nuestra voluntad. No sólo lidiamos con la información que se encuentra en línea sino con toda la que se encuentra en nuestro entorno.

La neblina mental es un estado en el que los pensamientos transitan a menor velocidad y tendemos a realizar actividades en mayor tiempo. La hormona del estrés, el cortisol, nos inunda, la concentración se quiebra y nuestro cansancio es patente.

Para evitar esto se recomienda practicar mejores hábitos cognitivos. Tomar breves descansos entre tareas y procurar enfocar nuestra atención en una sola cosa a la vez son ejemplos de cómo evitar la neblina mental. Se trata de limitar la atención que ponemos a distintas cosas para dar a cada una la cantidad de tiempo adecuada y así tomar mejores decisiones. 

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