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Brillante y comprometido, Nikola Tesla es un referente obligado de la innovación a favor de la humanidad

A lo largo de la historia han existido mentes privilegiadas que, en combinación con un genuino amor por la humanidad, dedicaron su vida a forjar beneficios para toda la especie, y lo lograron. Dentro de la figura del científico sensible, el genial inventor que pone su brillantez a servicio del bien común, quizá la figura por excelencia es Nikola Tesla –sin dejar de mencionar a otros, por ejemplo Buckminster Fuller–.

Acosado por gobiernos, estafado por socios que robaban sus patentes y siempre lejos de remunerar su genio, Tesla es considerado por muchos como el "más grande inventor de la historia". Pero más allá de su genialidad y facilidad para extender la realidad, con invenciones inimaginables y siempre útiles, lo que hizo que Tesla labrara su nombre y sus ideales en la memoria de la humanidad fue la amorosa responsabilidad con la que ejerció su talento.

A continuación algunas pinceladas de la filosofía de este hombre que, evidentemente, resultan ejemplares e inspiradoras para cualquiera que se tome el tiempo de leer sus letras y reflexionar en ellas:  

1. Si puedes imaginarlo, entonces puedes materializarlo.

Cuando me nace una idea entonces comienzo a construirla en mi imaginación. Cambio el armado, hago mejoras y opero el dispositivo por completo en mi mente. 

2. La vida es en esencia un misterio.

La vida es y será por siempre una ecuación imposible de resolver.

3. Todo está unido.

A través del libre acto y pensamiento, todos estamos unidos, como las estrellas en el firmamento, enlazados inseparablemente. Estos lazos no pueden verse pero sí sentirse. 

4. El dinero sólo tiene valor en la medida en que alimente el bienestar compartido.

El dinero no justifica el valor que le hemos adjudicado. Todo mi dinero lo he invertido en experimentos con los cuales he hecho nuevos descubrimientos que facilitarán un poco la vida de la humanidad. 

5. Las derrotas son tan importantes como las victorias.

           Nuestras virtudes y fracasos son inseparables, como fuerza y materia. Cuando se separan, el hombre no es más. 

6. Innovar no es socialmente cómodo.

Todo lo que hoy es grande en un pasado fue ridiculizado, condenado, combatido y oprimido –sólo para emerger más poderoso que nunca, y victorioso tras la lucha–.

7. El instinto como máxima brújula.

El instinto es algo que trasciende el conocimiento. Sin duda contamos con fibras más finas que nos permiten percibir las verdades cuando la deducción lógica, o cualquier otro esfuerzo del cerebro son inútiles.