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La normalidad es una categoría psiquiátrica promovida por la cultura del trabajo: vales lo que produces y lo que consumes. En realidad, la gente "normal" no existe

¿Conoces realmente a una persona "normal"? Cuando observamos de cerca a cualquier individuo --incluso a nosotros mismos-- no se trata de seres monótonos, que literalmente tienen un solo tono en ellos, sino que nos encontramos con diferencias, tensiones, contradicciones en diferentes niveles que nos hacen ser quienes somos y que nos permiten seguir cambiando y desarrollándonos.

En lo que toca a la psiquiatría y la psicología la división binaria entre personas normales y anormales es una mitología que, de acuerdo con el doctor Gabor Maté, tiene que ver con la disponibilidad de medicamentos, con la autoridad médica y con el sistema económico, pues el anormal --como bien mostró Foucault-- es aquel que está excluido, antes que otra cosa, del sistema económico, de la producción y el consumo: el anormal (el enfermo, el excluido, el loco) es el que no trabaja ni compra nada.

En lugar de movernos en este código binario, Maté propone pensar la enfermedad mental a nivel de la sociedad entera: observar sociedades africanas u orientales donde la esquizofrenia, la depresión, el desorden bipolar, etc., son rasgos de personalidad que tienen lugar en la comunidad y cuya expresión está autorizada por el medio social, no necesita dividirse entre sanos y enfermos, pues incluso los enfermos tienen lugar y necesitan compasión.

Maté afirma:

Según la investigación, el mejor lugar para ser esquizofrénico no es Estados Unidos, con toda su farmacopea, sino una pequeña aldea de África o la India, donde hay aceptación, donde la gente le hace lugar a tu diferencia, donde la conexión no se rompe sino que se mantiene... donde hay lugar para que actúes lo que necesitas actuar, y expreses lo que necesitas expresar; donde toda la comunidad canta contigo, o baila contigo, o hace ceremonias contigo, y donde tal vez puedan hallar algún sentido para tu supuesta locura.

Para Maté, la sociedad crea la enfermedad al idealizar el individualismo y la personalidad, produciendo así un ideal de "normalidad" inalcanzable que tiene que ver con factores como la disponibilidad para el trabajo, para el trayecto, para la participación en dinámicas sociales, etc., contextos donde las necesidades emocionales de las personas pueden entrar en disputa con las exigencias del sistema económico. "No valoramos a la gente por quienes son", dice Maté, "sino por lo que producen o consumen".

Tal vez no estamos aquí para obedecer y acatar unas (imposibles) reglas de normalidad, que bien a bien nadie sabe en qué consisten, sino más bien para conocer y desarrollar nuestra propia diferencia, para conocernos a nosotros mismos, como reza el dictum de Delfos, pero definitivamente nuestro destino no puede ser asimilado a la condición instrumental de piezas del engranaje capitalista. ¿O tú qué piensas?