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El dinero cambia a las personas, pero no (necesariamente) las hace más felices, dicen investigadores

Sociedad

Por: Luis Alberto Hara - 07/30/2016

Algunos investigadores han intentado entender qué efecto tienen la riqueza y el privilegio en la conducta humana y si realmente el dinero hace a las personas más felices

Es duro, pero cierto: el dinero cambia a la gente. Esto ha llamado la atención de algunos investigadores, que buscan entender los efectos que la riqueza y el privilegio tienen en la conducta humana. El profesor Dacher Keltner del Departamento de Psicología de la Universidad de Berkeley es uno de los interesados en este tema y lideró un estudio al respecto. Keltner y su colega Paul Piff instalaron cámaras y registros de notas en cada intersección de su ciudad que tenía letreros de “alto” en las cuatro direcciones. Ellos descubieron que las personas que conducían autos caros eran cuatro veces más susceptibles de cruzarse que los conductores de autos baratos. 

Luego los investigadores se integraron con los peatones esperando a cruzar la calle. Todos los conductores de autos baratos respetaron a los peatones y les cedieron el paso. Por otro lado, los conductores de autos caros ignoraron a los peatones 46.2% más veces. Esto resuena con otra investigación realizada por un grupo diferente de científicos en Manhattan, que encontró que los conductores de autos caros se estacionaban en doble fila con más frecuencia. 

Además, en otro estudio los investigadores de Berkeley invitaron a una muestra representativa de la población a su laboratorio y los hicieron pasar por una serie de actividades. Después de dejar el laboratorio de pruebas, los sujetos pasaban junto a un jarrón grande de dulces. Entre más adinerado fuera el individuo, más posibilidades tenía de tomar dulces e ignorar el letrero del jarrón que decía que los dulces eran para los niños que visitaban el Departamento. Por otro lado, un equipo de científicos del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York hizo una encuesta con 23 mil personas y descubrieron que los ricos roban cosas de las tiendas con más frecuencia que los pobres, por un gran margen de diferencia. 

La neurocientífica de UCLA Keely Muscatell ha publicado una investigación interesante demostrando que la riqueza aquieta los nervios del cerebro asociados con la empatía. Ella argumenta que cuando se muestra a personas ricas y pobres fotos de niños con cáncer los cerebros de los individuos pobres muestran mucha más actividad que los de los ricos. ¿Por qué pasa esto? Keltner --el investigador de Berkeley a quien mencionamos con anterioridad-- explica que: 

Conforme asciendes en la escalera social, eres más proclive a violar las reglas del camino, a mentir, hacer trampa, tomar dulces de los niños, robar cosas de las tiendas y ser tacaño al momento de dar a otros. Es difícil explicar estos patrones de resultados utilizando simplemente un análisis económico.

De tal manera que no queda claro si las personas más adineradas suben en la escala social debido a que están dispuestas a mentir y hacer trampa para lograrlo o si el sistema que exige que hagan eso los forma. Pero resulta angustiante que la gente que se sacó la lotería al nacer del lado bonito de la desigualdad social parezca tener una incapacidad emocional para sentir empatía por otras personas, respetar las reglas como un ciudadano “decente” haría o ser considerada con sus vecinos.  

Al tocar el tema de los miembros más adinerados de la sociedad es inevitable preguntarse si acaso la riqueza hace a estos individuos más felices que los que carecen de ella. Es decir si tanto acumular, mentir, robar y hacer trampa realmente tiene una recompensa trascendental. Con respecto a esto el profesor Michael Norton de la Facultad de Negocios de Harvard consiguió persuadir a un gran banco de inversiones para que le permitiera encuestar a los clientes más adinerados del banco. Norton les preguntó a estos clientes qué tan felices se sentían en cualquier momento y cuánto dinero más necesitarían para ser más felices. De acuerdo con el profesor: “Todos ellos dijeron que necesitaban dos o tres veces más de lo que tenían para ser más felices”. Norton y su equipo concluyeron que en realidad conforme una persona rica se vuelve aún más rica no aumentan sus niveles de felicidad, pero extrañamente la gente adinerada piensa que sí.