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El síndrome Funes: la neurociencia investiga la hipermnesia o memoria autobiográfica superior

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 06/30/2016

La memoria autobiográfica absoluta existe y se ha probado en laboratorios; pero para quienes viven con ella puede ser tanto un don como una maldición

Una circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rombo, son formas que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo con las aborrascadas crines de un potro, con una punta de ganado en una cuchilla, con el fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un muerto en un largo velorio. No sé cuántas estrellas veía en el cielo.

Borges, “Funes el memorioso" 

Uno de los cuentos más famosos del escritor argentino Jorge Luis Borges, “Funes el memorioso”, trata sobre un hombre postrado en una cama luego de un accidente de caballo, quien es capaz de recordar cada cosa que ha percibido, sentido, pensado y soñado en su vida. Otra forma de formular este dudoso talento es diciendo que Funes estaba condenado a no poder olvidar nada de su pasado a partir de cierto punto; y a pesar de que Borges refiere en el cuento casos históricos de memorias prodigiosas, la neurociencia actual también está interesada en saber qué es lo que hace que ciertas personas tengan esta curiosa condición.

Un Funes moderno es Nima Veiseh, quien dice que su memoria “es como una biblioteca de cintas de VHS, documentos de cada día de mi vida desde que despierto hasta que me duermo”. Al igual que el personaje borgiano, Veiseh no nació con este raro don sino que se le desencadenó en una fecha precisa, el 15 de diciembre del 2000, el día en que conoció a su primera novia en la fiesta de cumpleaños de su mejor amigo: “Podría decirte todo de cualquier día después de entonces”.

Su condición es llamada “memoria autobiográfica altamente superior” (abreviado como MAAS o HSAM, por sus siglas en inglés), aunque también se le conoce como hipermnesia o síndrome hipermnésico. Jim McGaugh y Craig Stark son dos de los neurólogos que estudian a gente como Veiseh en el mundo actual. Desde el año 2000, el doctor McGaugh ha conocido a muchos MAAS (una docena en total, de los cuales no todos ni todas desean exposición mediática) y Stark ha observado sus cerebros a través de resonancias magnéticas para ver si se trata de un rasgo fisiológico. Fuera de algunas conexiones extra entre el lóbulo frontal (procesamiento lógico) y el hipocampo (memoria a largo plazo) no parece haber anomalías anatómicas considerables; estas conexiones, de hecho, pueden deberse a la misma acción de la memoria (como un músculo que se fortalece a medida que se le entrena) y no necesariamente a una condición de nacimiento o mutación.

Sin embargo, McGaugh, Stark y sus colegas han aprendido algunas cosas de la gente que no olvida. Su memoria no es infalible, por ejemplo; a veces olvidan cosas que ocurrieron hace 5 minutos, lo que sugiere que la disponibilidad de los recuerdos no es del todo inmediata. Los recuerdos suelen ser autobiográficos (de ahí las siglas), y no sobresalen más que el resto tratando de recordar hechos impersonales tales como series de números o palabras al azar.

No obstante, Stark descubrió que la memoria de los sujetos con MAAS se consolida a largo plazo, a diferencia del resto de la gente. Los detalles de un evento o suceso de la vida se van borrando con el tiempo o dan lugar a “falsas memorias”, que son reconstrucciones de eventos que difieren ligeramente de lo que realmente pasó; según Stark, los detalles de los eventos no se borran en los sujetos con MAAS.

Por otra parte, algunos perfiles psicológicos de sujetos con MAAS muestran que son más propensos a la fantasía y a permanecer absortos en sí mismos; esto quiere decir que son personas que pasan mucho tiempo —como el ficticio Funes— contemplando los eventos en su memoria, reconstruyéndolos y observándolos. De acuerdo con los investigadores, cada vez que recuerdan un evento éste se vuelve más claro en la memoria, lo que explica por qué no lo olvidan.

Vivir con una memoria extraordinaria puede ser una bendición o una maldición, según se vea. Veiseh explica que en su juventud viajó por el mundo compitiendo en torneos de artes marciales, pero que en su tiempo libre también visitó museos y galerías de arte. “Imagina”, cuenta Veiseh, “ser capaz de recordar cada pintura, en cada pared, en cada galería, en más o menos 40 países. Es una gran educación artística en sí misma”. Ese conocimiento lo llevó a ser un pintor profesional, y otros sujetos con MAAS también aprovechan su memoria como historiadores o ingenieros, capaces de absorber y procesar gran cantidad de información en relativamente poco tiempo.

El efecto secundario de una memoria de este tipo es que los eventos tristes o dolorosos no se borran nunca. Nicholas Donohue vive con MAAS, y afirma respecto a los momentos vergonzosos de la vida: “Sientes las mismas emociones —igual de crudas, igual de frescas… No puedes apagar esa corriente de recuerdos, no importa cuánto lo intentes”.

Para Veiseh, no se trata de “dejar el pasado atrás” como el resto de nosotros: “Algunos dicen ‘perdona y olvida’, pero dado que el olvido es un lujo que yo no tengo, necesito aprender a perdonar genuinamente”. Aunque no tengamos la memoria extraordinaria de la gente con MAAS, podemos aprender de ellos que el pasado no es sólo un cúmulo de información que permanece o desaparece erráticamente en nuestra mente, sino una construcción activa que define quiénes somos a cada momento. “Algunas personas están absortas en el pasado y no se abren a nuevos recuerdos, pero no es el caso para mí. Yo disfruto cada día y experimento algo nuevo”.

 

(Con información de la BBC)