*

Confirmación de hipótesis avanza en la explicación de la epigenética y pone el foco en una ontología genética relativa

Lo que somos es resultado de lo que está oculto, sugiere un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Leiden. Desde hace años los científicos creían que la forma en la que se codifican o "doblan" las proteínas dentro de la "escalera torcida" del ADN influye tanto en la expresión de genes como los genes mismos, pero esto ha sido confirmado hasta ahora en una simulación computarizada. La confirmación consolida la importancia que tiene la epigenética o los factores ambientales en la expresión de un organismo, es decir, más que la información con la que venimos, somos cómo esa información se relaciona con el entorno.

Este material "implicado" del ADN se dobla dentro de lo que se llama nucleosoma, un "hilo" de ADN de 2m enrollado en sí mismo. Las características de un organismo que se expresan son solamente aquellas que se encuentran en la primera capa, pero son señales del ambiente las que determinan qué secuencias de letras dentro del código genético se manifiestan.  

El trabajo de los investigadores liderados por Helmut Schiessel mostró que el mecanismo o el algoritmo, por así decirlo, que determina la expresión genética también está escrito en nuestro ADN. Esto significa que podemos evolucionar a través de una mutación que altera las letras de nuestro genoma pero, asimismo, de cambios en las señales mecánicas que arreglan la forma en la que los codones de ADN se enrollan. 

La investigación llegó a esta conclusión haciendo una simulación del genoma y la fisión de la levadura y asignándoles una segunda capa de ADN, incluyendo señales mecánicas de expresión. 

Lo anterior refleja otra vez la importancia de las relaciones y las interacciones en la ontología biológica y en la experiencia, más que de un sustrato de identidad fija e informáticamente determinista.