En términos generales, es posible que muchos de nosotros tengamos una idea, así sea vaga, de la dislexia. Sabemos que se trata de una circunstancia relacionada con el lenguaje, específicamente con su forma escrita, que se expresa en la dificultad para leer y escribir, sobre todo en la confusión que vive una persona al momento de seguir el orden de las letras, la mescolanza en que las encuentra, como si en vez de poder leer o escribir "conejo", una fuerza misteriosa e incontrolable la llevara a leer o escribir "cojeno" o "coenjo" o "cojneo". Hasta ahora la causa de esta condición no se conoce con certeza, pues lo mismo se han dado explicaciones genéticas como del entorno y neurológicas, sin atinar a señalar fehacientemente su origen.
Como con otras circunstancias de la mente y el cuerpo, la dislexia genera cierta curiosidad en aquellos que no la tenemos. En cierta forma, se trata de una expresión de ese impulso por querer ver el mundo con los ojos del otro, y qué experiencia de la alteridad más radical que la del “enfermo” (dicho no en forma peyorativa), la de aquel que por una causa desconocida ha salido de la normalidad para acaso nunca regresar.
En parte para contribuir a la concientización de la vida con dislexia y también como una forma sencilla y hasta atractiva de comprenderla, el programador Victor Widell realizó un sitio web que reproduce las condiciones de lectura de una persona disléxica, a partir de la descripción que le hizo un amigo que la padece.
El sitio es sencillo pero profundamente elocuente y significativo, pues enfrenta a los no disléxicos con esa dificultad que toca un aspecto fundamental de la vida cotidiana, llevándonos a imaginar lo que sería vivir así y, acaso, ser mucho más empáticos con todos aquellos que la tienen.