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Este es el máximo grado de evolución humana y se debe a las montañas

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 03/04/2016

La vida en las alturas aceleró la evolución de los tibetanos, quienes hoy ostentan el máximo grado evolutivo de nuestra especie.

Subir una montaña es franco símbolo de un logro o de una hazaña, es el arquetipo del reto, de vencer nuestros virtuales límites y extender las fronteras de nuestro cuerpo y nuestra mente. La correspondencia entre lo que ocurre afuera y lo que ocurre dentro de nosotros se realza y materializa en una vívida experiencia.

Pero ¿qué función ocupan las montañas en la evolución de nuestra especie? Ya hace milenios grupos humanos se establecieron en las alturas, condiciones que con el tiempo fueron repercutiendo en el código biológico de los individuos y eventualmente aceleraron su trayectoria evolutiva. Claro ejemplo del diálogo que nuestra naturaleza mantiene con lo de afuera (lo cual sugiere que interior y exterior son uno). 

Y aquí nos referimos a los tibetanos, quienes hacer tres mil años se mudaron a las montañas del Himalayas y se enfrentaron a arduas exigencias que forzaron su maquinaria fisiológica hasta el punto de reescribir al menos 30 de sus genes. Solo así el organismo podría responder a los retos que vivir a estas alturas exigía. Por ejemplo, entre los tibetanos se han detectado rasgos bio-endémicos, como arterias más amplias que permiten procesar mejor el oxígeno en la sangre.

Así se consuma una de las mñás fascinantes correspondencias entre paisaje y organismo, algo así como “el símbolo encarnado en el pico y en la luz cercana nos llama a subir”.