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Slawomir Zubrzycki construyó un diseño de Leonardo da Vinci nunca antes materializado; se trata de un órgano-violonchelo que conjuga, sutil y estimulantemente, los sonidos de instrumentos de viento y cuerda

Es bien sabido que la mayoría de los aparatos diseñados por Da Vinci nunca fueron fabricados; como en cualquier época las limitaciones ideológicas, morales, tecnológicas y financieras impidieron que este gran inventor llevara a cabo la totalidad de sus obras. Así, este genial artista e ingeniero murió sin ver concretados muchos de sus inventos.

Recientemente el pianista polaco Slawomir Zubrzycki realizó la primera presentación acústica de un instrumento diseñado por el brillante renacentista, llamado viola organista; se trata de un imponente órgano que conjuga en su interior una gama de cuerdas, como si se tratase de un arpa incorporada al interior del piano, la cual queda descubierta, es decir, las teclas van al frente como en cualquier piano, pero en la parte trasera y acostada, una aparente arpa reposa bocarriba.

Zubrzycki empleó 3 años, invirtiendo alrededor de 5 mil horas de trabajo, en construir la viola organista; la viola, el piano y el clavecín son los tres instrumentos se conjugan en este nuevo ejemplar. El resultado es alucinante, pues la combinación de sonidos transporta a composiciones permeadas de sonidos de violines que se enlazan con las notas simultáneas de un órgano emanando fuerza y, simultáneamente, serenidad.

Zubrzycki debutó este instrumento en el 5th International Royal Krakow Piano Festival, después de 500 años de la creación del diseño de Da Vinci; el resultado ha sido exquisito, pues el tipo de sonido emanado por la viola organista remite a una conjugación de elementos instrumentales que penetran en el ambiente en un trabajo orquestal con el toque de una sola nota.

Seguramente los trabajos de Da Vinci seguirán siendo no sólo referencia creativa, sino también una innovación después de siglos de su muerte; su gran imaginación y optimismo inventivo continúan escandalizando a aquellos que no pueden concebir la aplicación real de sus propuestas, pero también deleitando a aquellos que por alguna razón, como en el caso de Zubrzycki, asumen estos diseños como retos pulsantes.