Las confesiones de los brujos en los tormentos nos han dado una tal certeza de los crímenes perpetrados, que no podemos, sin riesgo de nuestra propia salvación, cesar en nuestra actividad inquisitorial contra ellos.
Fragmento del Malleus maleficarum
La demonología es una rama de la teología que se enfoca en estudiar a los demonios, sus orígenes y sus facultades. Los diccionarios, listas y libros que estudian a estos entes, que para el cristianismo no son sino ángeles caídos, se encargan de nombrar y establecer una jerarquía de cada uno de ellos.
Muchos de estos compilados tienen como fin almacenar el conocimiento suficiente para aquellos que tienen la facultad de invocar a estas entidades, por eso muchos de ellos incluyen instrucciones para invocarlos, como los grimorios, escritos para quienes estaban destinados a perseguir, capturar y juzgar a las brujas y a los diabolistas.
Un grimorio es una suerte de libro que aglomera un conjunto importante de conocimiento mágico: listas de ángeles y demonios, correspondencias astrológicas, instrucciones para aquelarres, lanzar encantamientos, hechizos y fabricar talismanes, recetas para mezclar medicamentos, etc. Uno de los tratados más importantes (o el más) sobre demonología y persecución de brujas del Renacimiento, y que instaura una buena parte del pensamiento machista auspiciado en gran (o toda) medida por el catolicismo, es el Malleus maleficarum (Martillo de las Brujas) de 1486, creado por los dominicos inquisidores James Sprenger y Heinrich Kramer.
Para muestra, nomás un botón:
Qué otra cosa es la mujer sino la enemiga de la amistad, la pena ineludible, el mal necesario, la tentación natural, la calamidad deseable, el peligro doméstico, el perjuicio delectable, el mal de la naturaleza pintado con buen color.
En este fragmento tomado del Malleus maleficarum, tomado a su vez del profundo e interesante artículo "Cómo golpear a las brujas y sus herejías con poderosa maza", revela el tono y los argumentos con los que este exhaustivo "instructivo" sobre la caza de brujas se desarrollará a lo largo de sus páginas.
Este manual y tratado a la vez intenta demostrar la existencia y poder de la brujería como parte fundante de la fe católica romana, así como el peligro real y latente que significa para todos sus fieles, además ofrece toda clase de “herramientas” para poder reconocer y procesar a una bruja.
Más de 300 años después, en 1818, en París, apareció otro tomo fundamental que recopilaba y catalogaba a diversos demonios, llamado Dictionnaire infernal (Diccionario infernal). Su autor: el ocultista, demonólogo y escritor francés Jacques Auguste Simon Collin de Plancy. Este libro, desde su aparición, fue todo un suceso y se reimprimió varias veces antes de su versión más conocida en 1863, una edición que contiene 69 ilustraciones del pintor también francés (especializado en pintar marinas) Louis Le Breton.
Las ilustraciones de Le Breton se convirtieron en la principal fuente de casi todas las futuras representaciones de demonios, monstruos y bestias fantásticas. De Plancy llenó su diccionario con historias detalladas de la jerarquía de cada uno de estos seres (los Siete Príncipes del Infierno, el demonio Asmodeo Regent, Astaroth, Lucifer, etc.). También incluyó figuras históricas relacionándolas con el pensamiento ocultista y demoníaco, como Napoleón o Nostradamus e incluso el reconocido y prolífico escritor romántico Sir Walter Scott.
Una portada de la edición de 1826 describió el libro así:
Diccionario infernal, o una biblioteca universal sobre los seres, personajes, libros, acciones y causas que atañen a las manifestaciones y a la magia de comerciar con el Infierno; adivinaciones, ciencias ocultas, grimorios, milagros, errores, prejuicios, tradiciones, cuentos tradicionales, las diversas supersticiones y, generalmente, toda forma de lo maravilloso, sorprendente, misterioso, y creencias en lo sobrenatural.
De Plancy, un librepensador que había sido influenciado (en gran medida) en su juventud por Voltaire, finalmente se convirtió al catolicismo romano y partes del Diccionario infernal muestran sus vacilaciones de escéptico a devoto creyente. Como era de esperarse, por tanto, más tarde las ediciones fueron editadas para adaptarlas a la teología católica.
Sin embargo, el Diccionario infernal sigue siendo uno de los compendios más importantes de la demonología y el ocultismo, así como uno de los registros más significativos de la creación del imaginario demoníaco. Y más la edición de 1863, con las fabulosas ilustraciones de Le Breton que influyeron tanto a la concepción física de estos seres.
Una edición del Dictionnaire infernal escaneada por algún héroe anónimo de The Library of Congress y subida a Internet Archive se puede ver y/o descargar aquí.
Twitter del autor: @tplimitrofe
Fuentes: John Coulthart, malleusmaleficarum.org, Dangerous Minds, Jot Down y Wikipedia