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¿Por qué a las ballenas y a los elefantes no les da tanto cáncer como a los seres humanos?

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 08/18/2015

Es interesante eflexionar sobre por qué las ballenas, que tienen mucho más células y por lo tanto más posibilidades de desarrollar tumores, no tienen proporcionalmente tanto índice de cáncer

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Cifras en Estados Unidos muestran que una persona de ese país tiene 40% de posibilidades de sufrir algún tipo de cáncer en su vida. Este panorama es ciertamente depresivo, y pese a todos los avances científicos parece ir en aumento --más allá de que estos crecimientos anormales de la células puedan ser controlados, la prospección de vivir la experiencia en sí misma es poco alentadora.

Algunas teorías sugieren, bajo una lógica de sentido común, que organismos con una mayor cantidad de células, más duración de vida y ritmos metabólicos más altos deberían de contraer más fácilmente esta enfermedad. Sin embargo, esto no parece sostenerse en diferentes especies que cumplen con estas características.

Los humanos exhiben un riesgo mucho mayor de contraer cáncer en relación con su número de células que otros mamíferos más grandes, por ejemplo, los elefantes y las ballenas. Las ballenas tiene aproximadamente mil veces más células que nosotros y llegan a vivir, en algunos casos, hasta más de 200 años. Sin embargo, según lo que sabemos, estos cetáceos no muestran una incidencia de cáncer como la que podríamos esperar por su tamaño y longevidad. A esto se le conoce como la paradoja de Peto, nombrada por un epidemiólogo británico que notó por primera vez esta contradicción.

Carlo C. Maley, de la Universidad de Arizona, cree que la diferencia podría estribar en la evolución de ciertos genes comunes a todos los mamíferos, llamados "antioncógenos", los cuales están encargados de suprimir otros genes cancerígenos, mismos que se habrían desarrollado más en las ballenas y otros animales. Aunque las ballenas no tienen más copias de estos genes, Maley cree que podrían haber optimizado su uso. 

Otra posibilidad gira alrededor de la posibilidad de una selección de genes como el ubiquitin, que funciona como un recolector de basura y recicla proteínas. Este gen ha sido vinculado con la longevidad y según Maley, ha evolucionado de forma paralela tanto en ballenas como elefantes. Sabemos que los elefantes y las ballenas atacan el cáncer de forma distinta; los elefantes, por ejemplo, tienen más copias de un gen supresor llamador p53. Esto sugiere que la biología provee diferentes posibilidades para lidiar con el cáncer. 

Ahora bien, quizás la respuesta más sencilla para entender por qué contraemos tanto cáncer los seres humanos, más allá de la explicación genético-evolucionista, pueda tener que ver con algo que obedece al sentido común. Las ballenas y los elefantes no tienen los mismos problemas de medio ambiente que los seres humanos, específicamente ambientes psicológicos y emocionales, con su respectivo estrés. Esto es, factores epigenéticos que podrían afectar nuestros mecanismos de defensa en contra de potenciales tumores. El estrés de origen emocional podría saturar las respuestas inmunes y afectar nuestra capacidad de respuesta. Sabemos que el estrés contribuye a la progresión del cáncer; en el caso de su iniciación o incremento de riesgo existen algunos estudios que lo sugieren y otros que dudan de esto. Sin embargo, la ciencia cada vez reconoce más la importancia de factores epigenéticos, y el cáncer probablemente no sea la excepción.