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Un estudio sobre los metaleros de los 80 encontró que ahora son adultos mucho más adaptados y alegres que los que escuchaban otro tipo de música

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Al estereotipo del metalero se lo asocia con lo brutal, lo agresivo, lo oscuro y con lo que esencialmente se sale del decibel del bienestar común. Antes, oficiales del gobierno y padres de familia declaraban su preocupación de que grupos como Carcass y Metallica estaban incitando a los jóvenes a una oscuridad moral y espiritual, incluyendo la adoración del Demonio. Es decir, estaba (y aún está) asociado justo con lo opuesto al paradigma cultural de la felicidad. Pero un nuevo estudio encontró que los metaleros de los 80 “fueron significativamente más felices en su juventud, y actualmente están más acomodados” que el resto de su generación e incluso sus compañeros universitarios.  

Es una muy simpática paradoja si tomamos en cuenta que los metaleros, que son casi caricaturescamente la antítesis del #behappy, terminan siendo los más científicamente felices y funcionales de todos, lo cual es, desde luego, una crítica categórica a los estereotipos new age de la felicidad.

“Los entusiastas del metal a menudo experimentaban sexo traumático y riesgoso, drogas y vidas viciadas” reporta el estudio liderado por la Universidad Humboldt State. “Sin embrago, la identidad metalera también sirve como un factor protector contra resultados negativos”.

En un experimento que llevaron a cabo, los encuestadores hallaron que “sin importar los retos que conllevaban algunos eventos adversos en la juventud, los amantes y los músicos de metal reportaron niveles de felicidad significativamente mayores en su juventud”. También encontraron que tenían mucho menos arrepentimientos de cosas que hicieron cuando jóvenes, y resultaron ser adultos altamente funcionales.  

Los fans y los músicos del heavy metal sienten una hermandad en la comunidad del metal, una manera de experimentar emociones desbordadas con personas afines. Este sentimiento de libertad de expresión y de pertenencia es lo que afianzó una madurez sana y alegre en los metaleros. Alguna vez Quiet Riot dijo que “el heavy metal te volverá loco”; ahora sabemos que, si lo hace, es una locura mucho más recomendable que tantas otras.