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Efectos remanentes en nuestro campo óptico que nos permiten cuestionar lúdicamente la naturaleza de la percepción y la (ir)realidad

En su pequeño tratado sobre los sueños, Aristóteles dice que estos son una especie de registro residual de las percepciones sensoriales del cuerpo sobre la vigilia; al igual que nos "encandilamos" cuando hemos caminado bajo el sol y luego entramos a un lugar oscuro, o cuando probamos un alimento muy condimentado y luego uno dulce, existen ciertas percepciones que permanecen en los órganos sensoriales aun mucho después de haber sido recibidas, modificando temporal e inofensivamente dicha percepción durante un breve lapso de tiempo.

Los patrones, la geometría, los colores de las ilusiones ópticas recreativas pueden ser tanto una forma de diversión como de introspección dentro de la naturaleza de la percepción visual; nos recuerdan también que lo que vemos no siempre es lo que parece, y que nuestro cuerpo se comporta a veces como una computadora cuyo funcionamiento podemos contemplar e incluso modificar al acercarnos lo suficiente.

Se recomienda poner luces bajas y elegir un soundtrack más ad hoc, a menos que te guste la música de videos new age.

Kokichi Sugihara

Mejor ilusión óptica de 2010 (Instituto Meiji de Altos Estudios de Matemáticas, Japón).

La primera descripción del movimiento remanente ocular data de 1820, y es obra de Jan Evangelista Purkyně, quien escribió al respecto luego de ver un desfile de caballería; en 1834, Robert Addams observó un efecto similar luego de mirar durante un tiempo las cataratas Foyers en Escocia.

Dicho efecto, como nos advierte este video, puede perdurar durante algunos segundos después de que el estímulo ha cesado:

El efecto McCoullough se parece al movimiento remanente, pero el uso de colores y patrones específicos hace que, una vez percibido, el efecto permanezca mucho más tiempo en nuestro margen de percepción.