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Algunos creen que ya era hora de que las mujeres tuvieran acceso a un medicamento para aumentar su deseo sexual; otros consideran que existen riegos que no están siendo tomados en cuenta

pinkpill

Pronto podremos cotejar la famosa "pastilla azul" con la "pastilla rosa". La FDA, el organismo que regula medicamentos en Estados Unidos, anunció la aprobación del flibanserin, un fármaco que aumenta la libido de las mujeres. Esta misma sustancia había sido rechazada en dos ocasiones anteriores, aparentemente debido a sus efectos secundarios. En una nueva votación obtuvo 18 votos a favor y 6 en contra, avanzando definitivamente la moción de que el medicamento pueda ser recetado a mujeres próximamente. 

La aprobación de este fármaco es en buena medida el resultado de una fuerte campaña liderada por el grupo Even the Score, que argumentó a favor de la igualdad y la capacidad de las mujeres de decidir si el tratamiento con flibanserin vale la pena. Miembros de este grupo señalan que esta sustancia es importante ya que tiene la capacidad de salvar matrimonios y permitir que algunas mujeres logren superar ansiedad, depresión y otros malestares relacionados a la falta de deseo sexual.

A la par de este campaña la farmacéutica Sprout, que fabrica el medicamento, ha montado también una campaña de lobby y relaciones públicas en la que ha gastado millones de dólares.

El tema aquí parece dividirse entre aquellos que están preocupados por la aprobación de este medicamento, ya que el deseo sexual femenino es más complejo y el medicamento afecta la química cerebral para poder ser efectivo, y entre la facción que señala que la aprobación llega tarde y muestra un claro sesgo patriarcal en los organismos reguladores. 

Los resultados del flibanserin en pruebas clínicas son prometedores, pero mucho más modestos que los que se obtienen con el Viagra. Por otro lado, se cree que la combinación de esta sustancia con el alcohol podría ser peligrosa.

A la par, algunas personas opinan que el medicamento fue rechazado en ocasiones anteriores no tanto por sus efectos secundarios sino por una moral conservadora, temerosa del exceso sexual femenino, una especie de miedo a la ninfomanía. Este artículo en la revista Pacific Standard cree ver en esto un atavismo patriarcal, remanente de ese mismo instinto que prohibió la poligamia y se pregunta: "¿cuánto tiempo seguiremos temiendo a las vaginas?". Según el periodista Tom Jacobs, la promiscuidad femenina genera miedo de "tener que criar al hijo de otro hombre".