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Es necesario comenzar a preguntarnos si dejaremos que la vergüenza o la pena (o incluso la ignorancia) nos priven de un placer desconocido

 

Gracias a la masificación del sexo anal y la curiosidad de nuestra época por las prácticas sexuales no tradicionales (hola, porno), cada vez más hombres heterosexuales se preguntan acerca de la estimulación anal. Existen foros con discusiones interminables acerca de si un hombre hetero que disfruta la estimulación prostática es gay, o si la preferencia sexual y el placer corren por caminos paralelos que sin embargo no son mutuamente excluyentes.

La manipulación manual u oral del ano masculino es fuente de gran placer, y se trata de una cuestión anatómica: más o menos a un dedo de profundidad a partir de la abertura anal se encuentra la próstata, descrita como "el punto P", un sitio de placer masculino semejante al famoso punto G.

El juego anal puede abordarse de varias formas. Hay quien dice que la masturbación es lo mejor para acostumbrarse a la incomodidad del principio, pero otros argumentan que el apoyo de la pareja puede ser fundamental para hacerlo una experiencia realmente placentera. 

Imagen: blog.sheboptheshop.com

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El "beso negro" o rimjob (también llamado anilingus) es la estimulación oral del ano. Dada la abundancia de terminaciones nerviosas presentes en la zona, esta estimulación puede ser placentera en sí misma. Para los más avezados y de mente más abierta puede seguir una sesión de pegging, que consiste en ser penetrado por tu chica mientras utiliza un strap-on.

Parte de la excitación de esta práctica (que gana popularidad como si se tratara de una moda, al menos a juzgar por los resultados de búsqueda en motores) parece radicar justamente en la subversión que implica ceder el rol tradicional de género en la pareja heterosexual. En vez de "dar", el hombre se permite recibir; en vez de recibir, la mujer experimenta el voluptuoso placer de administrar placer y algo de dolor.

En las sociedades grecolatinas y en muchos ritos de iniciación en todo el mundo la penetración anal del hombre ha sido vista como una forma de sumisión, una práctica de poder, un requisito de un proceso pedagógico, aunque la sodomía ha estado asociada a desviaciones sexuales y morales desde los tiempos del Antiguo Testamento.

Sin embargo, es necesario comenzar a preguntarnos si dejaremos que la vergüenza o la pena (o incluso la ignorancia) nos priven de un placer desconocido. Tal vez una sociedad igualitaria en términos sexuales sería aquella que no pusiera ningún tipo de prejuicio social en la búsqueda del placer por cualquier vía posible. Literalmente, cualquiera.