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¿El arte puede ser funcional? 7 piezas que cuestionan la definición tradicional de arte

Por: Luis Alberto Hara - 03/15/2015

La utilidad y la estética protagonizan uno de los debates más interesantes del arte contemporáneo

Desde hace tiempo la historia del arte experimentó una ruptura conceptual que, en cierta forma, marcó no sólo un antes y un después sino el inicio de varios debates interesantes sobre qué hace arte al arte. Cuando Duchamp expuso su famoso mingitorio no hizo más que señalar la caducidad de una definición de arte que se encontraba ya desfasada de su presente y, por lo mismo, nombraba una realidad sobrepasada.

Una rama de esos debates toca la relación de lo artístico con lo funcional. En la perspectiva conservadora, el arte está reservado a la contemplación y el regocijo de los sentidos, su finalidad no es práctica y, por lo mismo, no puede ser “utilizado” de la misma manera que utilizamos una cuchara o un autobús. Sin embargo, en nuestra época no son pocos los artistas que van en contra de esta idea y elaboran piezas que también cumplen una función más allá de la estética: recrean y enamoran, pero también son útiles para su entorno.

Una de las preguntas que pueden hacerse ante estos ejemplos es si la utilidad los hace menos artísticos. Si nos sentamos en una banca diseñada por Louise Bourgeois, ¿es más banca que escultura? ¿O cómo se concilian esas cualidades? El dilema puede sonar un tanto ingenuo, pero sin duda pone de relieve la manera en que usualmente nos acercamos al arte, con respeto y solemnidad, cuando quizá, como Nietzsche quería, todos nuestros actos podrían estar orientados por un sentido estético para hacer de nuestra vida una obra de arte.

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