El imperio de los sentidos (1976) Dir. Nagisa Oshima
Una oda maldita a la complicidad erótica y el poder. El sexo toma un carácter experimental que películas como 9 Songs han sabido explotar posteriormente; la obra de Osima también puede considerarse un comentario a El imperio de los signos y El erotismo de Bataille: los instintos asesinos de nuestros antepasados de las cavernas se subliman a través de la estilización de las perversiones como búsqueda de placer.
Jean Genet fue un escritor legendario en sí mismo, santificado por J. P. Sartre, que con Un chant d'amour llevó a cabo un experimento fílmico de estilizada belleza: se trata de cuestionar la sexualidad, la vulnerabilidad y el poder a través de un lazo homosexual entre dos presos de una cárcel, observados además por un ojo indiscreto. Un análisis de las implicaciones políticas que están en juego en este breve filme merecería un artículo aparte.
La leyenda cubre la escena más famosa del filme de un halo legendario: ¿Maria Schneider no tenía idea de que Marlon Brando trataría de montarla y lo que vemos es una violación anal explícita o, por el contrario, la química actoral y la dirección de Bertolucci fraguaron una de las escenas más perturbadoramente memorables (y claro, eróticas) del cine?
Hay demasiadas escenas memorables en esta película como para elegir sólo una: Mickey Rourke y Kim Basinger dieron una cátedra generacional de erotismo en una escalera bajo la lluvia, vaciando el contenido de un refrigerador y ocasionalmente en una cama. Para variar.
Saló constituye una especie de iniciación no tanto al erotismo como al extremo de la racionalidad ejecutora del deseo: se trata de una relectura del Decamerón en clave fascista, una fantasía salvaje que lleva al espectador a cuestionar no sólo los motores y resortes de su propio deseo, sino la dimensión del bien y del mal. Una verdadera misa fílmica que no puedes olvidar una vez vista.
Las edades de Lulú (1990) Dir. Bigas Luna
Basada en la novela de Almudena Grandes, es una de esas películas que hacen época. Un joven Javier Bardem aparece para fijarlo como uno de los arquetipos de macho ibérico. Su título original iba a ser De la curiosidad a la ninfomanía, lo cual puede dar un espectro de lo que podremos observar.
El despertar sexual de una adolescente es sólo uno de los muchos nudos dentro de esta increíble película, cuya escena explícita de 6 minutos es realmente monumental. El cuerpo de las actrices (Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos) es el único sonido, por lo que el espectador parece asistir a una escena prohibida no porque se trate de un tabú, sino por la vulnerabilidad de los personajes.
La lenta pudrición de la inocencia cuando se convierte en venganza puede ser más fuerte que el amor. Otra película con demasiadas escenas memorables. Probablemente la del desayuno, cuando Emmanuelle Seigner olvida (perversamente) cómo utilizar un vaso.