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El brillante neurólogo Oliver Sacks reflexiona sobre su vida en un artículo para el New York Times escrito poco después de saber que tiene cáncer terminal

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El siembre brillante y refrescante neurólogo Oliver Sacks tiene una metástasis en el hígado que procede de un tumor en el ojo que se le detectó hace 9 años. Este tumor por suerte le permitió vivir estos últimos sin mayores achaques, pero lo mismo no ocurrirá con el cáncer que ha crecido en su hígado. Sacks, uno de los grandes cronistas de la neurociencia de nuestra época, ha escrito un conmovedor artículo en el New York Times en el que reflexiona sobre su vida y  su inminente muerte.

Sacks explica que al enterarse de la muerte recurrió a uno de sus filósofos favoritos, el escocés David Hume. Al saber que tenía una enfermedad mortal, Hume escribió una pequeña autobiografía en la que expresa su gratitud y reflexiona sobre el desapegó que esto le propició. 

En los últimos días, he podido ver mi vida como desde una gran altitud, una especie de paisaje, y con un creciente sentido de la conexión de cada una de sus partes. Esto no significa que haya terminado con la vida.

Me encuentro intensamente vivo y quiero y espero que el tiempo que me quede por vivir me permita profundizar mis amistades, despedirme de aquellos a los que quiero, escribir más, viajar si tengo la fuerza suficiente, alcanzar nuevos niveles de conocimiento y comprensión.

Esto incluirá audacia, claridad y hablar con franqueza; trataré de ajustar mis cuentas con el mundo. Pero también tendré tiempo para divertirme (incluso para hacer alguna estupidez).

No puedo decir que no tenga miedo. Pero mi sentimiento predominante es el de la gratitud. He amado y he sido amado; he dado mucho y me han dado bastantes cosas; he leído, viajado y escrito.

Prepararse para la muerte significa despedirse del mundo y desanudarse. Sacks señala que siente una súbita claridad de "no tener tiempo para lo inesencial". Sin tiempo para ver las noticias o poner atención en la política o argumentos del calentamiento global. Esto no significa que le sean indiferentes, pero "ya no son de mi incumbencia; pertenecen al futuro. Y me alegró cuando conozco a gente joven talentosa --incluyendo la que me hizo la biopsia y diagnosticó las metástasis. Siento que el futuro está en buenas manos".

La mejor forma de empatizar con Sacks y rendirle homenaje es leer sus libros. Libros como el reciente Hallucinations, en el que Sacks traza una historia de las alucinaciones, explorando y contextualizando el fascinante mundo de la percepción alterada y aquellos deslumbrantes casos en los que las alucinaciones son provocadas por la influencia de los demás –de la presión social y cultural, sugiriendo que la realidad es, por lo menos a veces, una alucinación colectiva. O, por supuesto, los clásicos Despertares  y el El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, donde recuenta los casos más extraños y encantadores en la literatura médica, y como siempre, ofreciendo una reflexión sobre la percepción y la realidad.