Si el Apocalipsis se vistiera de sepia, seguramente se parecería mucho a los escenarios que nos relatan estas imágenes. Se trata de una tormenta de arena que recién se posó sobre El Cairo, tiñendo todo con un filtro ocre y afectando la vida cotidiana de la capital de Egipto.
La fastuosa tormenta interrumpió la actividad aérea, obligando a los aviones a cambiar de ruta o a posponer su despegue. Como saldo se reportaron dos niños muertos, aunque no está claro cuál fue la causa directa de su deceso, y cientos de habitantes decidieron abandonar la ciudad, envuelta en una atmósfera impenetrable.
Este fenómeno meteorológico es relativamente frecuente en regiones semiaridas y se debe a vientos particularmente violentos que despiertan inmensas cantidades de arena, hasta entonces inerte, y las arrojan en una dirección determinada.