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Time-lapse muestra la belleza psicodélica de los arrecifes de coral como nunca la habías visto

Psiconáutica

Por: Jimena O. - 12/17/2014

La psicodelia fluorescente de los lentos, casi pétreos animales submarinos que forman el profuso bosque del Gran Arrecife de Coral nos hace deleitarnos (derritiéndonos con el color y la forma)

No hay manera de describir estas imágenes más que recurriendo al lenguaje poético, a seguir la explosión de colores y formas simétricas con espejos de palabras. El video Slow Life, del fotógrafo Daniel Stoupin, retrata la vida marina del Gran Arrecife de Coral de Australia, un gigantesco animal colectivo que es también un bosque submarino que alimenta a millones de animales. Un santuario psicodélico de árboles petrificados de diamantes y zafiros, de animales que se vuelven flores, lentamente moviéndose con las olas. En otro tiempo, bajo otra conciencia y una mirada más atenta, este reino de Cnidaria --pólipos, medusas y scleractinia-- se revela con su esplendor alienígena o íntimamente extraño y sideral.

Un fondo de cristales bioiridiscentes, un piso marino tapizado de joyas que son eclosiones de flores cósmicas envueltas en una gelatina psicodélica como la que se podría encontrar en el útero de una galaxia espiral, brotes de algas como protoplanetas, polvo y gas estelar teñido por un pigmento de alcaloides, estatuas animistas en las que destella la superespectral paleta del pintor de los mundos celestiales... Surge esta sensación de que lo que vemos en el fondo del océano tiene una conexión estética y hermética con las imágenes que nuestra tecnología o nuestra alma en su vuelo onírico pueden capturar en el cosmos, en la profundidad del espacio, mirando el cuerpo distante del universo en su radiante desnudez macroscópica. Al magnificar la vida submarina podemos ver que estas imágenes son parte de una poderosa fauna psíquica, de una inspiración vital al encontrar la belleza y la seducción de lo extraño: las imágenes que se inyectan en nuestro iris (y se mezclan en una alberca de nuevas flores y galaxias) se convierten en tesoros platónicos que podemos llevar con nosotros como un visor onírico buceando la realidad.