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A 23 años de Nevermind, las palabras de Kurt Cobain hoy nos hacen más conscientes que nunca

Arte

Por: Jaen Madrid - 12/18/2014

Cobain, uno de las pocos feministas que se han conocido en el rock, le dio al mundo algo más valioso que el grunge: la posibilidad de mirar hacia una educación masculina más consciente.

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Fueron pocas las ocasiones en que los medios dejaron que Kurt Cobain expresara sus pensamientos más profundos sobre el feminismo, sin obstáculos mentales/sociales que incluso hoy no han podido arrancarse de raíz del pensamiento colectivo (un asunto que al menos debería hacernos meditar si hemos evolucionado realmente a la par de los objetos que, presumimos, nos mantienen en constante transgresión).

El pasado mes de abril, Nirvana fue incluido en el Rock & Roll Hall of Fame, en donde se honró la muerte de Cobain tocando canciones de su exbanda, y que a su vez fueron lideradas con las voces de cuatro mujeres de la escena musical contemporánea. Un hecho que al menos intentó revelar lo que muchos no conocían del líder del grunge: su espíritu feminista.

Resulta una pena que la mayoría de personas lo reconozcan como el sujeto del rock suicidado por las drogas (aunque en realidad fue el sujeto suicidado por la sociedad), al que habría que rendirle culto a sus hits sacramentados porque el grunge es lo único que le ha aportado al mundo. La realidad es que Kurt, además de poseer ese misticismo musical tan predominante en  profetas del rock como Ian Curtis o John Lennon, fue también un piscis pasional, indiferente a las ideas absolutas pero infinito en la profusión de las emociones más simples. Y esa sensibilidad tan prosódica fue la que desbordó sus opiniones sobre el mundo sexista al que aún pertenecemos. Su relación con el movimiento feminista siempre fue predecible: "no pude encontrar amigos varones en la preparatoria con los que me sintiera identificado y acabé pasando un buen rato con chicas", decía. Empezando por su estrecha amistad con Kathleen Hanna, vocalista de la banda Bikini Kill y activista radical de la tercer ola feminista en Estados Unidos. Cobain era un admirable defensor de la mujer, e incluso compuso un par de canciones referentes a su inconformismo por la injuria al sexo femenino: “Polly” y “Rape Me”.

La historia detrás de "Polly" es amarga y un tanto nostálgica, ya que revela la violación y tortura que una chica de 14 años sufrió durante 2 días luego de pedir un aventón al final de un concierto. Y aunque esta canción fue malinterpretada muchas veces por identificar a Cobain con el papel del agresor, en una entrevista para NME en el 91, Kurt le compartió al mundo las palabras más maravillosas que en aquél entonces pudieran escucharse en torno al tema, y que hoy siguen siendo una realidad funesta que, más allá de evidenciar los arquetipos involucionados con que se educa a un hombre y a una mujer desde pequeños, evidencia que ni la tecnología, la evolución cultural y la aparente "libertad de derechos", han podido despojarse de este, nuestro sistema incorruptible, que no podemos mirar sino es arriba o abajo, blanco o negro, siempre bajo una visión capitalista y menos consciente; K dijo: "La violación es uno de los crímenes más terribles en la Tierra y sucede cada pocos minutos. El problema con los grupos que lidian con esto es que tratan de educar a las mujeres sobre cómo defenderse. Lo que realmente hay que hacer es enseñar a los hombres a no violar. Ir al origen y empezar por ahí."

(In Bloom – Nirvana. Video donde aparecen vestidos de mujer, retando los arquetipos precarios del machismo)

Cobain tenía bien claro que el problema central del sexismo siempre había sido la falta de educación “consciente” que debiera tener el hombre. Con esto no quiero remarcar ninguna clase de feminismo activista (que a veces suele parecer una bifurcación del machismo), sino hacer un énfasis en el deterioro de la educación a lo largo de los años. A pesar de que afirmemos que hoy somos más conscientes de lo que significa violación, aún seguimos creando esos pensamientos que la sustentan, como el hecho de que una mujer no pueda vestir falda corta porque se considera obsceno y provocador y su vestimenta la convierte en la culpable de un posible abuso. Lamentablemente es un pensamiento colectivo y no propio del hombre: hoy la mujer misma es despectiva frente a su propio sexo.

El espíritu sensible de Kurt Cobain no puede estar más vivo hoy en día, incluso en bandas como GIRLS o Ariel Pink, músicos andróginos que enaltecen la sensibilidad que puede tener un hombre sin dejar de ser atractivo y heterosexual. Sus palabras brillan en este presente difuso, paradójico y un tanto cruel para las mujeres, que ni la tecnología, las leyes, la Ciencia, o incluso las novedades cuánticas que profesan la evolución de consciencia, han podido evolucionar, como si se tratara de una visión del mundo en la edad media y aun más atrás, del instinto de un animal que remplaza las virtudes por las pasiones de forma naturalmente autómata y sin voluntad de consciencia.

Probablemente su comentario sobre la educación masculina parezca simple y pequeño, pero de tomarse en cuenta como un problema de gran complejidad, podríamos mirar la majestuosidad de una solución que nos dio ya hace 23 años una figura influyente en el mundo de la música. Así es como deberíamos honrar a Kurt, una de las voces feministas más grandes del rock & roll que se han conocido: haciendo realidad esas sencillas palabras sin embargo básicas, y recordar el unplugged para MTV de 1993, mágico y rodeado de flores que personifican la templanza de un verdadero Nirvana. Tal vez las cenizas del infierno de Polly algún día cambien al mundo.