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Un mismo patrón fractal une a diferentes organismos y los conecta con el origen de las formas universales

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"Lo que la mente ve, cuando capta una conexión, lo ve para siempre", escribe Roberto Calasso en su libro Ka, sobre la filosofía de la India. En el origen están las conexiones, las correspondencias, las similitudes, las satam. Es por eso que los fractales nos fascinan: nos regresan a este estado de cognición primordial en el que podemos ver que las cosas tienen una relación formal que sugiere la posibilidad de que detrás del velo sean una sola cosa o que en su diseño revelen la firma del autor (los fractales, según Arthur C. Clarke, son la huella digital de Dios).

En este caso la forma fractal recurrente es aquella de la forma en la que crecen y se dispersan ciertos organismos, la energía y la información misma. Pero en esa dispersión está la pauta que nos permite regresar y ver el origen. Y la autorreferencia se vuelve transversal: descubrimos entonces que un árbol es una rama dentro de otro organismo o sistema analógico más grande.

En este secuencia de time-lapse vemos el crecimiento fractal del physarum polycephalum (moho de fango).

Esta especie unicelular de amiba, clasificada dentro del grupo de los protistas (una clase “de todo lo que realmente no entendemos”), por cierto, puede resolver laberintos, mimetizar los planos de una red de transporte hecha por el hombre y seleccionar la comida más sana de un diverso menú –todo esto sin tener un cerebro o un sistema nervioso. Lo que vemos creciendo ahí es en cierto sentido una mente exteriorizada, un hilo protopsíquico, tejido nervioso extracerebral.

 

Las efímeras y autorreferentes formaciones que hacen los relámpagos en el cielo son difíciles de captar –acaso por su naturaleza fugitiva, son más impresionantes todavía. Para darnos una idea de las formas fractales que generan las tormentas eléctricas en el cielo, Melanie Hoff, estudiante del Instituto Pratt en Nueva York, hizo este video en el que se muestra una descarga de 15,000 volts sobre una estructura de madera. 

Matemáticamente los relámpagos pueden considerarse figuras de Lichtenberg en 3D, las  cuales se forman en la bifurcación de descargas eléctricas. Estas figuras también son llamados "árboles eléctricos" por su parecido al crecimiento de ciertas ramas (la forma madre del helecho) y son consideradas estructuras fractales. Algunas personas que han recibido el impacto de un rayo exhiben figuras de Lichtenberg, que en ese caso son poéticamente llamadas "flores de relámpago".

 

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Dendritas de magnaneso sobre una placa de musgo.

Es curiosa la historia de la palabra dendrita, en griego "árbol", y que actualmente lo mismo significa la terminal de una neurona que recibe estímulos provenientes de los axones como la estructura ramificada en la que crecen algunos cristales y un tipo de fractal matemático dentro del conjunto de Julia. La dendrita es muchas cosas, pero vincula de manera inextricable al árbol (como organismo surtidor y arquetipo) con el fractal.

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Científicos han notado una "autosemejanza estadística" en las células Purkinje del cerebro que describen como una dimensión fractal. Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge mostró que las diferentes regiones del cerebro humano se sincronizan conforme a patrones fractales, esto es la cantidad de tiempo que diversas regiones trabajan al unísono --sincronizando sus ciclos-- es de naturaleza fractal y el tipo de conexiones que forman también es fractal, mostrando este mismo patrón de ramificación casi ubico en la naturaleza: en la electricidad, en el crecimiento y en la (auto)organización de la información. Los fractales son flores eléctricas (el proceso mismo de la ramificación es fractal).

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Aquí vemos una imagen magnificada de las conexiones neurales del hipocampo. Hay cierto aspecto arborescente entre los filamentos que se unen en el concierto eléctrico del cerebro. Todas las cosas tienen árboles adentro y se enraman o constelan. Dos verbos básicos del engranaje ubicuo, de la hiperconectividad fractal. Extrapolando la biología y la matemática a la filosofía, los fractales son vislumbres del entendimiento de la antigua máxima hermética de que el macrocosmos se refleja en el microcosmos (el hombre es un pequeño universo, se dice) y como es arriba, es abajo y como es adentro, es afuera. Para finalizar esta imagen de las conexiones neurales de una rata y los filamentos que unen a diferentes galaxias. ¿Sería demasiado osado decir que las galaxias también conforman un cerebro que se extiende por todo el universo, donde organismos como estrellas y planetas son sólo células?

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Twitter del autor: @alepholo