*

Del Sanatorio Internacional Berghof en La montaña mágica de Thomas Mann al asilo Arkham de Batman, el hospital psiquiátrico no deja de oscilar entre su misión terapéutica y las dificultades de curar una mente que no se comprende del todo

Las instituciones son formas de preservación y regulación del poder; algunas instituciones, como la prisión o el hospital psiquiátrico, ayudan a regular ese poder a través de la ideología que impregna los cuerpos de los sujetos y los convierte en proscritos, marginales o "enfermos mentales".

Los hospitales psiquiátricos son una de las instituciones modernas más difíciles de juzgar: ¿centro de investigación sobre los padecimientos anímicos o crujía para guardar bajo llave a los indeseables, a los dolientes y a los disidentes? Lo cierto es que la eugenesia, la esterilización forzada, los abusos físicos y las experimentaciones suicidas de nuevos tratamientos fueron situaciones que se repitieron sistemáticamente, y dejaron un estigma que la cultura pop asocia con el hospital mental. Los fenómenos paranormales son sólo la cereza del pastel.

Del Sanatorio Internacional Berghof en La montaña mágica de Thomas Mann al asilo Arkham de Batman, el hospital psiquiátrico no deja de oscilar entre su misión terapéutica y las dificultades de curar una mente que no se comprende del todo. Un escritor frustrado y un psicópata enmascarado pueden terminar compartiendo un pabellón. O un capítulo de American Horror Story.

Libros como La Castañeda y Nadie me verá llorar, de Cristina Rivera-Garza, han contado también la historia del hospital psiquiátrico en México a través de la apropiación de documentos e historias clínicas, para que sean las propias víctimas quienes se reapropien de sus historias. En el caso de al menos uno de los hospitales presentados en las imágenes, los registros permanecen como Clasificados.