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Cronenberg ha escrito una novela, Consumed, donde deja en claro la importancia que tuvo el LSD para formar su visión de cómo se teje la realidad

David Cronenberg

David Cronenberg, que algunos consideran el maestro del gore, es también uno de los cineastas que más ha explorado en las últimas décadas esa pregunta fundamental, tan apropiada para la materia cinematográfica: ¿qué es la realidad? Y un poco como le sucedió a Steve Jobs, quien declaró que probar el LSD fue una de las experiencias más determinantes de su vida, Cronenberg también parece haber transformado su percepción y haber encontrado en el ácido lisérgico una herramienta definitiva, depurando su visión creativa.

En una famosa entrevista, acompañado de William Burroughs, Cronenberg habla sobre el primer destello del LSD y esa experiencia compartida con millones de psiconautas en la que se desnuda cómo es que la percepción construye la experiencia de lo real.

Sí tomé LSD una vez. Fue un viaje genial. Una experiencia muy reveladora para mí, porque había intuido que lo que consideramos que es la realidad, es sólo una construcción de nuestros sentidos. Te muestra, de manera poco incierta, que existen una serie de diferentes realidades, las cuales puedes vivir, y puedes cambiarlas y controlarlas. Los efectos que dejó han sido muy duraderos.

La epifanía de la psicodelia es precisamente "manifestar la mente" y ver cómo la realidad es un fenómeno de co-creación perceptual.

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Podemos constatar la importancia de esta experiencia en el cineasta canadiense justo después de que publicara su primera novela, Consumed. Aquí Cronenberg compara el vértigo del amor con el primer viaje de LSD. En el despunte del Eros, el protagonista tiene un despertar mutante (su visión se vuelve estereoscópica: cobra "ojos de pescado") y describe la realidad de nuevo como un fenómeno "neurológico", "no absoluto" y "relativo". Este parece ser el conocimiento que Cronenberg logra extirpar de las entrañas del ácido. 

Como bien ha apuntado Robert Anton Wilson, paralelamente a la relatividad de Einstein, el siglo pasado también desarrolló una relatividad general desde la psicología. Este es el terreno en el que más cómodo se mueve Cronenberg: un cine eminentemente psicológico y ahora también en su labor literaria, con una novela debut en la que remarca sus obsesiones.