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Antes de convertirse en Papa, Eneas Silvio Piccolomini escribió una novela erótica, casi pornográfica, que fue uno de los libros más vendidos del Renacimiento

3179248243Antes de convertirse en el Papa Pío II a sus 40 años, Eneas Silvio Piccolomini fue poeta, académico diplomático y disoluto. Su vida, al parecer, estuvo colmada de episodios intrigosos y turbulentos, pero sobre todo de episodios eróticos que dieron como resultado un bestseller porno-vaticano y (por lo menos) dos hijos ilegítimos.

Su novela Historia de duobus amantibus, que escribió probablemente en 1444, se imprimió en 37 ediciones distintas y fue una de las más leídas de todo el Renacimiento. A pesar de su indudable interés histórico y atractivo sensual, la novela no se ha traducido a ningún idioma contemporáneo. Los pasajes citados abajo son un intento de traducción de una traducción que emprendió disinfo.com del inglés antiguo al moderno.

La historia es sencilla. Euralius salta una barda para estar con Lucres: "Cuando ella vio a su amante, le sujetó firmemente entre sus brazos. Hubo allí abrazos y besos, sin refreno se dejaron llevar por su deseo y se hartaron de Venus, ahora con Céres, ahora refrescándose con Baco”. Después de ello “entran en conocimiento” (en términos bíblicos) el uno del otro.

Así, hablando entre ellos, fueron a la habitación, donde tuvieron tal noche como la que juzgamos tuvieron Paris y Helena después de que él se la llevara, y fue tan placentera que pensaron que Marte y Venus nunca habían conocido tal placer…

Su boca, ahora sus ojos, ahora sus mejillas, él besó. Quitándole la ropa, vio tal belleza como nunca antes había visto. “Encontré más, estoy seguro”, dijo Euralius, “de lo que Acteón vio de Diana cuando se bañaba en la fuente. ¿Qué hay más placentero o más claro que estos miembros?... Ah, claro cuello y pechos gratos, ¿es a ustedes a quienes toco? ¿Es a ustedes a quienes tengo? ¿Están en mis manos? Ah, miembros curvos, ah, dulce cuerpo, ¿los tengo en mis brazos?... Ah, deleitosos besos, ah, abrazos queridos, ah, dulces mordidas, ningún hombre vivo es más feliz que yo, o más bendecido”... Él se esforzó, ella se esforzó, y cuando terminaron no estaban cansados. Como Atenea, quien se levantó del suelo con más fuerza, poco después de la batalla estaban deseosos de guerra.

Ha habido muchos, tanto en nuestros tiempos como los de nuestros antepasados, cuyos estúpidos amores han sido causa de muerte cruel. Y muchos que, después de que el sexo y el amor les han sido otorgados, han dejado de arder. Cuando el amor ha trepado a tus huesos, nada es mejor que entregarse al incendio, porque aquellos que luchan contra la tempestad a menudo naufragan, mientras que aquellos que se mueven con la tormenta escapan.

La obra, más allá de ser curiosa por ser de un hombre que se convertiría en Papa, tiene algunas delicias en sus detalles. Ahora que se están intentando traducciones al inglés contemporáneo; no les caería mal a los inquilinos modernos del Vaticano echarle un vistazo y recordar que Eros, Venus y Baco no están en riña con el espíritu santo, y a veces ayudan a atravesar esa ineludible tormenta de la que habla el pontífice.