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En una obra de ficción de diseño, Adrian Hon representa la historia del futuro amalgamada en 100 objetos construidos a lo largo del siglo XXI

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Entre algunas de las cosas que distinguen al hombre está la capacidad de imaginar el futuro --un recurso de la imaginación que le permite hacer una simulación de realidades. La literatura nos ha dejado algunas de sus mejores obras en ejercicios de anticipación; una de las características de estas obras es su capacidad de inmersión, de hacernos vivir en mundos mentales que no existen, que son atisbos; juzgadas ya en el futuro: su capacidad de haber visto los antecedentes del porvenir y haberlos plasmados como ejes magnéticos. 

A diferencia de las novelas de ciencia ficción, la obra de Adrian Hon A History of the Future in 100 Objects no tiene esta característica inmersiva; recoge fragmentos del futuro, impresiones, como si fueran pedazos de documentos oficiales, recortes de anuncios, confesiones en blogs que nos van situando sobre todo en un paisaje tecnológico que puede o no suceder, como si fuéramos los visitantes de un museo digital.

Hon imagina 100 futuros objetos --muchos de ellos no físicos, como apps o nuevos paradigmas en el lenguaje-- que transformarán la tecnología, la política, el deporte, la religión, el entretenimiento, la guerra, la exploración espacial y las interacciones humanas a lo largo de este siglo. Usando un patrón similar al famoso libro del British Museum A History of the World in 100 Objects, Hon nos habla desde el 2081 con la voz de un historiador que es un agregador de contenido significativo.

Descubrimos qué tipo de tecnología prostética ha revolucionado los juegos paralímpicos. O leemos sobre la droga noótropica para empatizar y la terapia viral que dieron a luz al Movimiento de Consumación Cristiana. Escuchamos protestas sobre las técnicas inhumanas de interrogación en sistemas cerrados de realidad virtual o "locked sims" --una técnica de tortura que responde a las cámaras de gas de un siglo atrás. Nos enteramos de consejos para los humanos que no se han aumentado y quieren hacer migas con post-humanos (una especie de Cosmopolitan para aquellos que quieren subir de status y salir con seres artificialmente superiores). Y podemos seguir crónicas sobre la evolución de distintas máquinas inteligentes, algunas que despliegan una veta lúdico-caótica, como la Osevrvavi, una máquina discreta que, sin embargo, una vez que fue encendida:

Comenzó a hacer predicciones inusuales sobre eventos futuros: nuevos descubrimientos científicos, clima espacial, resultados electorales, niveles de energía y subsiguientes tramas en los programas de TV.

Hon juega con la neuroética del futuro:

1. Alicia hace un respaldo completo, indistinguible de su propia personalidad capaz de operar independientemente. ¿Quien es el dueño de este respaldo. Como cambia el estatus de pertenencia...

¿Qué sucede cuando el respaldo comete un crimen? ¿A quién debe juzgarse, a la personalidad creada que lo comete o la personalidad que la creó?

Se trata, en palabras del autor de un libro, físico y en línea, compuesto "de 100 fotografías a lo largo de un siglo, cada una examinando un sólo objeto, de un sólo momento, en detalle. Quién lo hizo, de dónde vino, qué significa, y cómo transforma el mundo". Son historias de lo posible que, sobre todo, reflejan nuestro presente y pasado. Hon no es especialmente desaforado, no imagina intercambios con seres cósmicos o tecnología indistinguible de la magia; es su mesura lo que lo hace interesante, la particularidad de las leyes y los programas, la facilidad de relacionarnos con estos objetos que parecen próximos a existir. Y, sin embargo, para que el libro sea más que una notable idea buena para hojear en una mesa de té o lo que Bruce Sterling llama "ficción de diseño", le falta esa cualidad de encanto y pasión, aventura y no sólo orden, que es necesaria para la gran literatura.

Navega los 100 objetos de la historia del futuro.