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Philip K. Dick era un amante de la música clásica --la cual es un inesperado fondo para su sci-fi distópico--; aquí, un playlist fruto de una investigación de las obras preferidas de Dick

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Imagina que eres Philip K. Dick escribiendo una novela sobre la programación artificial de la realidad  en sesiones maratónicas de anfetaminas amortiguadas por sinfonías y conciertos de música clásica como grandes templos de hielo matemático. Utiliza este playlist de 11 horas para entrar en contacto con la vasta inteligencia activa de la entidad telepática dickeana y relájate escuchando a los grandes maestros alemanes: Bach, Mozart Beethoven, Wagner, etc. Un combo barroco--romántico-psicodélico; arte imperecedero mirando al futuro en el espejo retrovisor, entre distorsiones líquidas de la mente iluminada-paranoica-delirando-dulce-incendiada.

Dick siempre gustó de la música clásica, aunque hoy lo ubiquemos más cerca de la tecnología sintética (acaso como un hermano gemelo de Aphex Twin: ambos perdieron a sus hermanos poco después de nacer). Escribe Lejla Kucukalic en Philip K. Dick: Canonical Writer of the Digital Age (vía Open Culture):

Después de graduarse de la preparatoria en 1947, Dick se mudó a casa de su madre y continuó trabajando en una tienda de música en Berkeley, Art Music. "Ahora", escribió Dick, "mi pasión de siempre por la música salió a la superficie y pude estudiar y abarcar amplias áreas del mapa de la música; a los 14 ya podía reconocer virtualmente cualquier sinfonía u ópera". La música clásica, de Beethoven a Wagner, no sólo se mantuvo como un pasatiempo a lo largo de su vida, encontró su lugar en muchas de sus obras: Goterdammerung de Wagner en A Maze of DeathParsifal en Valis, y La Flauta Mágica de Mozart en Do Androids Dream of Electric Sheep?

Dick, en su poder visionario inclinado al pesimismo, imaginó en The Preserving Machine la decadencia cultural de Occidente, hasta el punto en que un científico excéntrico decide preservar obras clásicas de la música codificándolas dentro de criaturas vivas; sin embargo, la idea no es muy afortunada, ya que las criaturas evolucionan inesperadamente y distorsionan la música viviente.

El playlist de Spotify aquí presentado vía Open Culture fue compilado por Jason Boog, quien rastreó estas piezas a partir de la obra de Dick y el material bibliográfico relacionado. Disfruten de este oasis de emociones eternas morfogenéticamente conectadas con el opus de PKD.