El futbol, en tanto hecho social, es también una oportunidad en la que la sociedad recicla sus paradigmas y los resuelve en la cancha. Borges no tenía ninguna simpatía por este deporte: "El futbol es popular porque la estupidez es popular", decía. Sin embargo, existen jugadores que son conscientes de que el futbol no implica la alienación total del individuo sino que puede servir como plataforma para iluminar aspectos del entramado social que muchos escritores, estando en una posición similar, acobardados o deslumbrados por el poder, evitan señalar.
Ole Bernt Krogstad escribió en el diario noruego Radikal Portal una pieza sobre un "dream-team" con talentosos jugadores de soccer que no temieron expresar radicalmente sus convicciones políticas; futbolistas que hicieron de su pasión por el soccer un arma para denunciar políticamente los excesos del poder. La reproducimos aquí a partir de la traducción de Ingrid Fadnes del portal Subversiones.
Portero
Volker Ippig, Alemania.
Equipo: FC St. Pauli.
Siempre entraba a la cancha con el puño arriba. Dejó su carrera en el futbol para hacer trabajo voluntario en Nicaragua y hoy trabaja en el puerto de Hamburgo.
Lateral izquierdo
Oleguer Presas, España.
Equipo: FC Barcelona.
Equiparó su triunfo con el Barça de la liga española a cuando los luchadores catalanes defendieron la ciudad contra los franquistas en 1939. Dedicó su único gol a un niño de Sabadell que fue detenido a los 14 años por colocar carteles contra el alcalde de derechas.
Defensa central
Lilian Thuram, Francia.
Cuando Sarkozy era presidente, declaró que los jóvenes que se rebelan son basura, a lo que Thuram replicó: "Si la juventud rebelde es basura, yo también lo soy". Rentó autobuses para llevar a casi 100 migrantes desposeídos a ver el juego entre Francia e Italia, como protesta a la política migratoria de Jacques Chirac.
Defensa central
Mustapha Zitouni, Argelia.
Decidió participar en el levantamiento contra la ocupación francesa jugando en la selección del Front de Libération Nationale. Huyó el 13 de abril de 1958 de su club de origen, Mónaco, y de la selección francesa junto con otros jugadores argelinos, en una acción que puede calificarse de "sabotaje deportivo", pues dejaron debilitada a la selección francesa para el Mundial de 1958.
Lateral derecho
Javier Zanetti, Argentina.
Apoyó abiertamente con dinero a los zapatistas, y afirmó que: "La solidaridad no tiene color, ni religión o partido político".
Medio
Sócrates, Brasil.
En 1984, Sócrates dijo que abandonaría el futbol si no se implementaban elecciones libres en Brasil. No sucedió y se fue a Italia. Siendo una leyenda como era, los diarios italianos le prestaron mucha atención, pero Sócrates afirmó que estaba en Italia "más que nada, para leer a Gramsci en su lengua original y para estudiar la historia de la clase trabajadora italiana".
Medio
Diego Armando Maradona, Argentina.
Amigo íntimo de Fidel Castro. Cuando George W. Bush visitó Argentina, Maradona se puso una playera que decía "STOP BUSH" y lo llamó "basura humana".
Delantero
Cristiano Lucarelli, Italia.
De formación comunista, prefirió jugar para el club socialista Livorno que para otros equipos con mejores ofertas económicas. Celebró todos sus goles con dos puños arriba y una camiseta del Che bajo la de su uniforme.
Delantero
Romario, Brasil.
Representa al Partido Socialista de Brasil en la cámara de Diputados. Romario ha sorprendido a Brasil por ser un político con mucho éxito con su bandera principal de los derechos de los discapacitados. Ha llamado "ladrón" a Joseph Blatter, presidente de la FIFA y "extorsionista al secretario general, Jérôme Valcke.
George Weah, Liberia.
Fue considerado el mejor jugador del mundo y contendió como candidato a la presidencia en Liberia por demanda popular. Su consigna principal fue: casa, electricidad y agua potable para todos, y mejor educación para los niños de la zona rural de Liberia. Perdió las elecciones con un margen mínimo frente a Ellen Johnson-Sirleaf, del Banco Mundial.
Delantero
Matthias Sindelar, Austria.
Una leyenda del futbol austriac. Se le recuerda por haber contendido en un partido contra la Alemania nazi en donde, en lugar de utilizar el negro y blanco de la selección austriaca, los jugadores llevaron camisetas rojas. Sindelar metió un gol y celebró escandalosamente frente a los nazis.
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