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Este documental registra la búsqueda de un joven por hallar, en el espejo de mezcalina, respuestas a algunas de sus más entrañables interrogantes.

A lo largo de la historia y en su búsqueda de lo trascendental, el ser humano ha entretejido innumerables rutas hacia probables destinos en donde florezcan respuestas fundamentales. En este ejercicio milenario, la espiritualidad (entendida como la remembranza del yo-todo etéreo) ha fungido como un vehículo recurrente, y sus diversas herramientas -por ejemplo, el ritual, la transmisión de conocimientos ocultos o el uso de plantas psicoactivas- auxilian al caminante a llegar a su meta (o quizá, simplemente, a entender que el destino está inevitablemente inserto en el camino).

Yo peyote es un documental que ilustra esta arquetípica búsqueda. Atendiendo a ese llamado que, como crudo privilegio, desborda los cimientos de la existencia, Carlos Matiella, un joven artista mexicano, viaja a Wirikuta (la tierra sagrada de los wixarrika o huicholes) persiguiendo el sentido de su existencia. Ahí consume hikuri (peyote), con la esperanza de que la planta sacra actúe como un espejo y revele, en su superficie, las respuestas a sus preguntas vitales. Tras 18 meses, el material sobre esta travesía -que fue documentada en su totalidad- dio vida a Yo peyote, un ejercicio que combina la micro-épica personal con un toque de ingenuidad multimedia y que nos remite, sin lugar a dudas, a un acto de honestidad (lo cual es, por cierto, un requisito ineludible en toda búsqueda de lo trascendente). 

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